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lunes, 6 de octubre de 2008

LA BANCA PUBLICA


La banca pública, más necesaria que nunca
Juan Torres López
El Plural
Sin que esté ni mucho menos resuelta, la actual crisis está proporcionando ya algunas enseñanzas.
Una de ellas está siendo casi generalmente admitida, incluso por los más fervientes defensores del sistema capitalista: la necesidad de establecer mucha más transparencia, más seguridad, más rigor y menos favoritismos en la regulación de las finanzas internacionales.
Efectivamente, les guste o no a los defensores a ultranza del mercado, lo que está ocurriendo desde hace meses va a obligar a que haya de hablarse de nuevo de controles y de "represión financiera", por utilizar la expresión que utiliza el catedrático Antonio Torrero Mañas en su último y una vez más magnífico libro ("Revolución en las finanzas. Los grandes cambios en las ideas. represión y liberalización financiera". Marcial Pons 2008).
Por muy cuantiosos que sean los planes de rescate, por muy generosas que sean las inyecciones de liquidez de los bancos centrales (y al mismo tiempo que generosas, inmorales cuando se comparan con las cifras mucho más modestas que se necesitaría movilizar para acabar con la pobreza o el hambre), va a ser completamente imposible terminar con la crisis si no se modifica la regulación hoy día existente del mundo financiero.
Y el cambio tendrá que venir necesariamente por otra vía del control y la represión de las finanzas especulativas, de los movimiento erráticos y volátiles que solo crean beneficios para pocos e inestabilidad para todos.
Todo lo que no sea empezar por ahí será en vano.
Pero de otra enseñanza de la crisis se habla mucho menos, porque a los culpables de la crisis (que también controlan el sistema de comunicación social) no les interesa que se hable de ello.
Me refiero a que se ha demostrado una vez más que el mercado, en este caso el financiero y bancario, se ha mostrado incapaz de proporcionar por sí mismo los flujos de financiación que necesita cualquier economía. Y esa es precisamente la razón por la que una crisis inicialmente financiera ha terminado por afectar al conjunto de la actividad productiva en los términos tan graves que estamos viendo.
Esa incapacidad del mercado financiero está hundiendo a las economías por falta de la financiación suficiente para que los empresarios y consumidores alimenten la actividad económica creando riqueza y empleo. Y es por tanto ahora cuando se echa gravemente en falta la existencia de una banca pública potente, dedicada a garantizar el flujo de financiación a la actividad productiva y no a la especulación y a hacer beneficios fáciles pero muy arriesgados.
La banca comercial que tradicionalmente estaba orientada a llevar a cabo esa tarea se ha convertido en banca de inversión, pero de una inversión financiera muy arriesgada y volátil y que no tiene apenas nada que ver con la actividad productiva, haciendo así una dejación fatal de su función como prestamista para que los sujetos económicos puedan emprender nuevas actividades y negocios.
Mientras que los bancos españoles como el Santander se dedican a comprar entidades en medio mundo o a acumular fondos en mercados secundarios, las asociaciones de jóvenes empresarios denuncian que casi el 70% de los emprendedores reciben una negativa cuando solicitan préstamos para abrir negocios y miles de operaciones comerciales se frustran, hundiendo así la actividad económica, por falta de financiación.
Es evidente, pues, que la desaparición de la banca pública fue un error, una renuncia solo justificada para que la banca privada dejara de tener competencia. Y, por supuesto, un error que ahora estamos pagando caro.
Es imprescindible volver a disponer de una potente banca pública pero no de cualquier tipo de ella, como también nos está enseñando la crisis.
Nuestras cajas de ahorro, que podrían y deberían haber desempeñado ese papel, se han convertido en un clon de la banca privada, y ahora reproducen sus carencias y limitaciones. Lo que demuestra que lo que se necesita no es cualquier tipo de banca pública, sino un nuevo tipo de intermediación bancaria obligada a estar al servicio de la creación de riqueza y de actividad productiva, no a financiar pelotazos o burbujas especulativas, como ha estado ocurriendo.
A los que en estos últimos años hemos defendido el control social de las finanzas, la represión de la actividad especulativa y, sobre todo, la nacionalización de la banca nos han llamado extremistas, radicales, utópicos y anclados en el pasado. ¡De todo!
Ahora que los negocios se paralizan porque los banqueros han dilapidado los depósitos de sus clientes se puede comprobar quién tenía razón y quién estaba en lo cierto. No será fácil que se le de la vuelta a la situación porque el poder de los banqueros es inmenso pero hagan lo que hagan no podrán cambiar la realidad: saldrán de la crisis y evitarán tenerlas de este tipo en el futuro los países que aprovechen la oportunidad para crear y consolidar un nuevo tipo de banca pública.
Juan Torres López es Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla. Su web personal: http://www.juantorreslopez.com

domingo, 5 de octubre de 2008



Greenpeace está llevando a cabo la campaña ¡Yo soy antinuclear!?Un nombre, dos apellidos y una firma. Con estas armas cada persona podrá luchar contra la industria nuclear y pedir un futuro sin centrales nucleares.El planeta necesita con urgencia un nuevo modelo energético que nos aleje de las consecuencias de un cambio climático peligroso.Las soluciones para conseguirlo son conocidas y pasan por un rechazo absoluto a la energía nuclear.


10 MOTIVOS PARA SER ANTINUCLEAR


1. La energía nuclear es muy peligrosa
La tragedia de Chernóbil ha demostrado la capacidad de dañar y generar catástrofes de esta fuente de energía.
2. La energía nuclear es la más sucia
Las centrales nucleares generan residuos radiactivos cuya peligrosidad permanece durante decenas de miles de años y cuya gestión, tratamiento y/o eliminación son cuestiones aún no resueltas.
3. La energía nuclear es la que menos empleo genera
Por unidad de energía producida. Menos que cualquier energía renovable. Según datos de Comisiones Obreras publicados en un informe de febrero de 2008.
4. La nuclear es una energía muy cara
Necesita fuertes subsidios estatales (que pagamos todos...) de forma continua para poder existir. Un ejemplo: el coste de la gestión de los residuos radiactivos en España, según los cálculos de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA), será de más de 13.000 millones de euros sólo hasta 2070.
5. La energía nuclear no es necesaria
Los casos de Alemania y Suecia permiten comprobar que, si hay voluntad política, es posible abandonar la energía nuclear al tiempo que se reducen las emisiones de CO2 en cumplimiento con el Protocolo de Kioto.
6. La energía nuclear no es la solución al cambio climático
Nunca podrá ser una solución económicamente viable y eficiente para reducir emisiones de CO2 en la lucha contra el cambio climático. De hecho, la energía nuclear está excluida de los mecanismos financieros del Protocolo de Kioto.
7. La energía nuclear no genera independencia energética
España importa el 100% del uranio que se emplea como combustible en sus centrales nucleares, por lo que nuestra dependencia del extranjero al respecto es total.
8. La energía nuclear también se acaba
Las reservas de uranio-235 (el combustible de los reactores nucleares) servirán sólo para unas pocas décadas más.
9. La energía nuclear no tiene el respaldo social
Las encuestas de opinión muestran que la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles rechazan esta forma de producir electricidad.
10. La energía nuclear es incompatible con un modelo energético sostenible
No cumple ninguna de sus premisas: no es económicamente eficiente, ni socialmente justa, ni medioambientalmente aceptable.1. La energía nuclear es muy peligrosa
La tragedia de Chernóbil ha demostrado la capacidad de dañar y generar catástrofes de esta fuente de energía.
2. La energía nuclear es la más sucia
Las centrales nucleares generan residuos radiactivos cuya peligrosidad permanece durante decenas de miles de años y cuya gestión, tratamiento y/o eliminación son cuestiones aún no resueltas.
3. La energía nuclear es la que menos empleo genera
Por unidad de energía producida. Menos que cualquier energía renovable. Según datos de Comisiones Obreras publicados en un informe de febrero de 2008.
4. La nuclear es una energía muy cara
Necesita fuertes subsidios estatales (que pagamos todos...) de forma continua para poder existir. Un ejemplo: el coste de la gestión de los residuos radiactivos en España, según los cálculos de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA), será de más de 13.000 millones de euros sólo hasta 2070.
5. La energía nuclear no es necesaria
Los casos de Alemania y Suecia permiten comprobar que, si hay voluntad política, es posible abandonar la energía nuclear al tiempo que se reducen las emisiones de CO2 en cumplimiento con el Protocolo de Kioto.
6. La energía nuclear no es la solución al cambio climático
Nunca podrá ser una solución económicamente viable y eficiente para reducir emisiones de CO2 en la lucha contra el cambio climático. De hecho, la energía nuclear está excluida de los mecanismos financieros del Protocolo de Kioto.
7. La energía nuclear no genera independencia energética
España importa el 100% del uranio que se emplea como combustible en sus centrales nucleares, por lo que nuestra dependencia del extranjero al respecto es total.
8. La energía nuclear también se acaba
Las reservas de uranio-235 (el combustible de los reactores nucleares) servirán sólo para unas pocas décadas más.
9. La energía nuclear no tiene el respaldo social
Las encuestas de opinión muestran que la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles rechazan esta forma de producir electricidad.
10. La energía nuclear es incompatible con un modelo energético sostenible
No cumple ninguna de sus premisas: no es económicamente eficiente, ni socialmente justa, ni medioambientalmente aceptable.




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