La tozudez y contundencia de los datos demuestran la cruda realidad que sufre la mayoría de la población como consecuencia de la peor crisis del capitalismo en muchos años. En España, este otoño nos deja más de cuatro millones de parados, de los que 1,2 millones son de larga duración y con más de un millón de hogares en los que no entra ningún tipo de ingreso.Estas ifras contrastan con los cientos de millones de euros que el Gobierno del PSOE ha regalado, para tapar sus “agujeros”, a una banca que en plena crisis ha ganado más de 6.000 millones de euros mientras sigue negando prestamos a las familias y a las pymes.
En esta situación, nos encontramos con un Gobierno que presenta unos Presupuestos que no sólo no cambian el modelo de desarrollo que nos ha llevado al desastre, sino que son pactados con la derecha nacionalista renunciando a una salida de izquierdas a la crisis, porque el PSOE se niega a plantear medidas realmente progresistas en el terreno fiscal o aumentar significativamente las inversiones públicas.Desde el Partido Comunista tenemos claro que quienes nos han llevado a esta situación de crisis –de forma muy especial el Partido Popular y sus políticas liberalizadoras, un modelo de desarrollo basado en el pelotazo urbanístico, la especulación financiera–, quienes se hacen valedores del sistema capitalista, no pueden sacarnos de una situación que ha provocado precisamente este sistema.
El neoliberalismo globalizado no tiene la voluntad de satisfacer las necesidades básicas de millones de seres humanos; el sistema capitalista no ha sabido o, mejor dicho, no ha querido resolver los problemas de la humanidad.Por ello es necesario un cambio de modelo de desarrollo, un cambio de valores; en definitiva hace falta un cambio de sociedad. Por ello, desde el PCE, frente a la crisis del capitalismo planteamos propuestas que avancen hacia una sociedad socialista.Hablar de construcción del socialismo en Europa en el año 2009 puede hoy parecer irreal, ilusorio, pero si pensamos lo que nos habría sucedido hace pocos años si planteamos la posibilidad de que un líder indígena gobernara Bolivia o que en la Latinoamérica llena de dictaduras militares y en pleno liberalismo salvaje se llevaran a cabo procesos claramente de anticapitalistas de poder popular, seguro que nos habrían tomado por locos.
La realidad es que hablar hoy de Socialismo, con mayúsculas y sin complejos, no sólo es posible, sino, sobre todo, empieza a ser creíble. Hablar hoy de una banca pública que ponga sus recursos al servicio de la comunidad, o plantear una planificación de la economía para evitar la rapiña que hemos sufrido en los últimos 15 años, hablar de recuperar un sector público potente que genere empleo sin buscar el pelotazo y que mejore y amplíe los servicios públicos, es simplemente plantear una salida a la crisis diferente a la que se plantea desde el PSOE, y radicalmente enfrentada con la que propone el PP, que es plantear directamente una salida de la crisis en la que los más débiles sean los beneficiados.
Una salida donde la palabra solidaridad cobre su verdadera dimensión, porque se basa en una justa distribución de la riqueza y plantea un modelo de sociedad en la que la justicia social sea el objetivo fundamental de la economía. Una salida que rechace un orden internacional basado en la sumisión de la mayoría de la población mundial a los intereses de unas multinacionales que provocan guerras para apropiarse del control de la energía o mantienen al continente africano sumido en guerras fratricidas, hambre y miseria para poder rapiñar sus materias primas.
Denunciamos la vergüenza que supone ver cómo resoluciones de las Naciones Unidas contra el bloqueo de Cuba por EEUU aprobadas por más del 90% de los países miembros son despreciadas. Que contemplan impasibles las agresiones de Israel contra el pueblo palestino, sometido durante décadas a una lenta limpieza étnica, o no obligan de una forma efectiva al Estado marroquí a cumplir la legalidad internacional y convocar el referéndum de autodeterminación para el Sahara Occidental.
Por eso los comunistas afrontamos este XVIII Congreso mirando hacia el futuro, implicándonos al máximo en la refundación de Izquierda Unida como referente de la izquierda anticapitalista y republicana. Pero, sobre todo, lo afrontamos con el objetivo de fortalecer una propuesta socialista para la España de inicios del siglo XXI. Lo hacemos en primer lugar situándonos en condiciones de dar a la lucha contra la crisis una dimensión transformadora y, en segundo lugar, dando la batalla ideológica frente al predominio de los valores del sistema capitalista. Ya que la primera derrota de la izquierda no ha sido la electoral, sino la que se desprende de la sustitución entre los trabajadores y trabajadoras de los valores de la solidaridad y lo colectivo por los del individualismo insolidario, haciendo del ser humano un consumidor en todos los ámbitos de la vida; el capitalismo más salvaje ha ganado una batalla.
Desde una cierta perspectiva histórica, la recuperación del PCE es una esperanza para quienes confían en que la recuperación de la izquierda en España es la única manera de evitar que la actual situación de crisis económica sea una excusa para dar una nueva vuelta de tuerca en la explotación de los más débiles, para eliminar derechos sociales y para aumentar los beneficios de unos pocos. Por eso, de este XVIII Congreso que celebramos, saldrá un PCE activo, visible con clara vocación de avanzar hacia el Socialismo y comprometidos con lo mejor de la tradición de unidad que nos enseñaron Pepe Díaz y Pasionaria.
José Luis Centella es secretario de Política Autonómica de IU
sábado, 7 de noviembre de 2009
jueves, 24 de septiembre de 2009
LA RECETA DEL PP DE REDUCCIÓN DE IM`PUESTOS
El bastión neoliberal de la UE se derrumba
La economía cae al 18% y, para evitar la bancarrota, se han cerrado 30 hospitales, los enfermos deberán alquilar a partir de ahora la cama en los centros públicos, el salario de los maestros se recorta a la mitad, el salario mínimo baja el 20% y las pensiones, el 10%. Todo junto. Y a las puertas del invierno.
No es la Argentina que quebró en 2001, aunque reputados economistas como Paul Krugman y Nouriel Roubini subrayan que se le parece mucho. Se trata de Letonia, en plena Unión Europea (UE) y en 2009. El laboratorio neoliberal europeo el único país de toda la UE donde el centro-izquierda no ha gobernado en los últimos 20 años, donde todos los asalariados pagan el mismo porcentaje de impuestos (flat-tax del 23%), donde las empresas apenas tienen tasas que asumir y el despido es en la práctica libre se ha derrumbado como ningún otro país ante la crisis mundial.
En Letonia, el centro-izquierda no ha gobernado en los últimos 20 años
"Espero no ponerme nunca enfermo de gravedad porque de lo contrario estoy perdido", ironiza sin perder la sonrisa Martin, de 27 años, mientras espera en la sala semidesértica del Hospital número 1 de Riga. Desde el 1 de septiembre, este hospital desvencijado y centenario, que ocupa una manzana entera en el centro de la capital, está prácticamente cerrado por falta de fondos.
En el primer semestre del año, el hospital trató a 14.000 pacientes en emergencias. Tras el gran recorte presupuestario acordado en verano para cumplir con el FMI y la UE, apenas le quedan fondos para 2.000 pacientes en todo el segundo semestre. Ya sólo abre un par de días por semana, en la penumbra y para emergencias. Y los enfermos saben que tendrán que pagar. Hay ambiente de funeral.
"No sé qué pasará este invierno, pero esto se derrumba", explica la doctora Arste Engle, que lamenta que no se emprendieran reformas antes. "Ahora cada hospital público que no cierre fijará sus propios precios para cada servicio y mucha gente no podrán pagar. ¿Se les dejará morir?", se pregunta.
Todos asalariado paga el mismo porcentaje de impuestos, el 23%
Imposiciones del FMI y laUE
La cama puede costar hasta 25 lats (35 euros) por noche en un hospital público, a lo que hay que sumar el coste de medicinas y tratamiento. Sólo la cama de un día equivale a la mitad de lo que percibe en todo un mes un parado que lleve más de 120 días sin trabajo.
Los recortes draconianos han sido impuestos por el FMI y la UE a cambio de créditos que desde diciembre han inyectado al país 3.000 millones de euros, equivalente al 40% del presupuesto público, y evitado la bancarrota.
En los años del boom, Letonia (como sus hermanos bálticos Estonia y Lituania, ahora también con caídas del PIB que rondan el 20%) creció en dobles dígitos. Muchos pusieron su modelo ultraliberal como ejemplo a seguir. Pero ya en 2007, antes del crash, Letonia, de 2,3 millones de habitantes, era el país de la UE con más población en riesgo de pobreza: el 21% del total, según Eurostat.
La ayuda internacional trata de evitar que se hunda la moneda nacional (lat) porque entonces contagiaría quizá mortalmente a Suecia, cuyos bancos dominan el mercado báltico y lo han sembrado de créditos en euros. "Al no poder devaluar, sólo queda la posibilidad de una devaluación interior", explica una asesora del primer ministro, el liberal Valdis Dombrovskis, que llegó al Gobierno en marzo. Traducción: el presupuesto tiene que reducirse de forma abrupta. El plan prevé que en 2011 sea un 30% inferior al aprobado inicialmente para 2009.
"La situación es excepcional y todos aceptamos que hay que recortar, pero no aprobamos ni las prioridades ni los métodos del Gobierno", explica la vicepresidenta de la principal confederación sindical (LBAS) Livija Marcinkevica, quien añade: "Los sindicatos sólo firmamos el pacto porque, de lo contrario, el FMI no otorgaba el crédito".
¿Y cómo es posible que con semejantes recortes sociales los sindicatos no estén en la calle? "Lo intentamos, pero nuestra gente es demasiado prudente. Así es nuestro carácter nacional: creen que es mejor tener paciencia", añade Marcinkevica, resignada.
La crisis ha insuflado algo de vida al opositor Centro Harmónico, cuyo principal componente dice ser socialdemócrata, aunque hasta ahora representaba sobre todo los intereses de la minoría rusa. Su líder, Nils Usakovs, de 37 años y flamante alcalde de Riga, está convencido de que "por fin se están empezando a romper los estereotipos de muchos años que vinculaban la ocupación soviética con el comunismo y con toda idea de izquierda".
La economía cae al 18% y, para evitar la bancarrota, se han cerrado 30 hospitales, los enfermos deberán alquilar a partir de ahora la cama en los centros públicos, el salario de los maestros se recorta a la mitad, el salario mínimo baja el 20% y las pensiones, el 10%. Todo junto. Y a las puertas del invierno.
No es la Argentina que quebró en 2001, aunque reputados economistas como Paul Krugman y Nouriel Roubini subrayan que se le parece mucho. Se trata de Letonia, en plena Unión Europea (UE) y en 2009. El laboratorio neoliberal europeo el único país de toda la UE donde el centro-izquierda no ha gobernado en los últimos 20 años, donde todos los asalariados pagan el mismo porcentaje de impuestos (flat-tax del 23%), donde las empresas apenas tienen tasas que asumir y el despido es en la práctica libre se ha derrumbado como ningún otro país ante la crisis mundial.
En Letonia, el centro-izquierda no ha gobernado en los últimos 20 años
"Espero no ponerme nunca enfermo de gravedad porque de lo contrario estoy perdido", ironiza sin perder la sonrisa Martin, de 27 años, mientras espera en la sala semidesértica del Hospital número 1 de Riga. Desde el 1 de septiembre, este hospital desvencijado y centenario, que ocupa una manzana entera en el centro de la capital, está prácticamente cerrado por falta de fondos.
En el primer semestre del año, el hospital trató a 14.000 pacientes en emergencias. Tras el gran recorte presupuestario acordado en verano para cumplir con el FMI y la UE, apenas le quedan fondos para 2.000 pacientes en todo el segundo semestre. Ya sólo abre un par de días por semana, en la penumbra y para emergencias. Y los enfermos saben que tendrán que pagar. Hay ambiente de funeral.
"No sé qué pasará este invierno, pero esto se derrumba", explica la doctora Arste Engle, que lamenta que no se emprendieran reformas antes. "Ahora cada hospital público que no cierre fijará sus propios precios para cada servicio y mucha gente no podrán pagar. ¿Se les dejará morir?", se pregunta.
Todos asalariado paga el mismo porcentaje de impuestos, el 23%
Imposiciones del FMI y laUE
La cama puede costar hasta 25 lats (35 euros) por noche en un hospital público, a lo que hay que sumar el coste de medicinas y tratamiento. Sólo la cama de un día equivale a la mitad de lo que percibe en todo un mes un parado que lleve más de 120 días sin trabajo.
Los recortes draconianos han sido impuestos por el FMI y la UE a cambio de créditos que desde diciembre han inyectado al país 3.000 millones de euros, equivalente al 40% del presupuesto público, y evitado la bancarrota.
En los años del boom, Letonia (como sus hermanos bálticos Estonia y Lituania, ahora también con caídas del PIB que rondan el 20%) creció en dobles dígitos. Muchos pusieron su modelo ultraliberal como ejemplo a seguir. Pero ya en 2007, antes del crash, Letonia, de 2,3 millones de habitantes, era el país de la UE con más población en riesgo de pobreza: el 21% del total, según Eurostat.
La ayuda internacional trata de evitar que se hunda la moneda nacional (lat) porque entonces contagiaría quizá mortalmente a Suecia, cuyos bancos dominan el mercado báltico y lo han sembrado de créditos en euros. "Al no poder devaluar, sólo queda la posibilidad de una devaluación interior", explica una asesora del primer ministro, el liberal Valdis Dombrovskis, que llegó al Gobierno en marzo. Traducción: el presupuesto tiene que reducirse de forma abrupta. El plan prevé que en 2011 sea un 30% inferior al aprobado inicialmente para 2009.
"La situación es excepcional y todos aceptamos que hay que recortar, pero no aprobamos ni las prioridades ni los métodos del Gobierno", explica la vicepresidenta de la principal confederación sindical (LBAS) Livija Marcinkevica, quien añade: "Los sindicatos sólo firmamos el pacto porque, de lo contrario, el FMI no otorgaba el crédito".
¿Y cómo es posible que con semejantes recortes sociales los sindicatos no estén en la calle? "Lo intentamos, pero nuestra gente es demasiado prudente. Así es nuestro carácter nacional: creen que es mejor tener paciencia", añade Marcinkevica, resignada.
La crisis ha insuflado algo de vida al opositor Centro Harmónico, cuyo principal componente dice ser socialdemócrata, aunque hasta ahora representaba sobre todo los intereses de la minoría rusa. Su líder, Nils Usakovs, de 37 años y flamante alcalde de Riga, está convencido de que "por fin se están empezando a romper los estereotipos de muchos años que vinculaban la ocupación soviética con el comunismo y con toda idea de izquierda".
IMPUESTOS
22-09-2009
Impuestos y socialdemocracia
Vicenç Navarro
Me parece sorprendente que algunas voces del Gobierno socialista español hayan expresado repetidamente su satisfacción porque España sea el país que tenga una de las presiones fiscales más bajas de la Unión Europea. Entendería que un dirigente de un partido liberal hiciera esta declaración. Pero admito que no lo entiendo en un dirigente de una formación política que se define como socialdemócrata. Y lo que todavía entiendo menos es que el motivo de satisfacción no sólo sea el hecho de que la presión fiscal sea de las más bajas de la Unión Europea, sino que se enorgullezca de que haya descendido durante el mandato del Gobierno socialista. La causa de mi sorpresa es que la socialdemocracia en Europa se ha caracterizado, precisamente, por haber aumentado la presión fiscal con el fin de expandir y enriquecer las transferencias y los servicios públicos del Estado de Bienestar que contribuyen a enriquecer la calidad de vida de toda la ciudadanía y muy en particular la de las clases populares, base tradicional de la socialdemocracia. Los datos son claros y convincentes. A mayor fuerza la socialdemocracia (e incluyo bajo este nombre todos aquellos partidos de centroizquierda e izquierda, llámense como se llamen –socialistas, socialdemócratas, laboristas o eurocomunistas- que están comprometidos en un proyecto de enriquecer la calidad de vida de la población, y muy en particular de las clases populares, a base de políticas redistributivas encaminadas a reducir las desigualdades sociales y la discriminación y explotación que las sustenta), mayor desarrollo del gasto público, incluyendo el gasto público social, mayor extensión del Estado del Bienestar y menores desigualdades. Partidos socialdemócratas o coaliciones de partidos socialdemócratas han gobernado aquellos países por mucho tiempo durante el periodo 1950-2000. Suecia (45 años), Noruega (39 años), Dinamarca (35 años), Finlandia (32 años) y Austria (31 años). El promedio de gasto público social en este grupo de países es el 30%, y su carga fiscal representa un 52% del PIB. Son los países que tienen menos desigualdades sociales y están entre los que tienen índices de mayor calidad de vida. Y tienen economías altamente eficientes. Sus tasas de desempleo están entre las más bajas de la OCDE y de la UE.En el otro polo están los países de tradición anglosajona liberal (EEUU, Gran Bretaña e Irlanda), en los que la socialdemocracia ha sido históricamente débil, habiendo estado gobernados la mayoría del tiempo por partidos conservadores de orientación liberal. Su gasto público social, como promedio del grupo, es de los más bajos de los países de la OCDE (el club de países más ricos del mundo), sólo un 24% del PIB, su carga fiscal es sólo un 36%, y tienen las desigualdades sociales más elevadas, con bajos indicadores de calidad de vida. Los países del sur de Europa (España, Grecia y Portugal), son países que han sido gobernados en la mayoría de aquel periodo (en su primera parte del periodo) por regimenes fascistas o fascistoides y que heredaron Estados del Bienestar enormemente subdesarrollados y con enormes desigualdades sociales. Este subdesarrollo fue corrigiéndose durante la última etapa de aquel periodo, consecuencia de haberse establecido sistemas democráticos, aunque todavía tienen un gran retraso, poniéndolos incluso por debajo (o al mismo nivel) que algunos países liberales en su escaso gasto social. Todos ellos tienen grandes desigualdades sociales (ver Navarro, V. (ed.) Neoliberalism, Globalization and Inequalities. Baywood. 2008, y sección Economía política y Neoliberalismo, en www.vnavarro.org). En realidad, España continúa teniendo uno de los estados del bienestar menos desarrollados de la UE, e incluso de la UE-15 (que son los países de la UE de semejante desarrollo económico al español). Se mire como se mire, el gasto público social español es de los más bajos de la UE-15. El gasto público social por habitante (4.663 unidades de poder de compra), el gasto público social como porcentaje del PIB (20,3%), el porcentaje de la población adulta trabajando en los servicios públicos del estado de bienestar (escuelas, sanidad, servicios de dependencia, escuelas de infancia, entre otros, 11%) son mucho más bajos que el promedio de la UE-15 (6.737 upc, 27% y 16%, respectivamente) siendo uno de los más bajos de la UE-15. Estos datos muestran que después de treinta años en democracia continuamos estando a la cola de la Europa Social. Y un factor muy importante que explica este retraso es la subfinanciación del Estado, incluyendo su Estado de Bienestar, que es a su vez resultado de la baja presión fiscal. De ahí que estar satisfecho de tener una baja presión fiscal implica que estamos satisfechos de estar muy retrasados en nuestro Estado Social, lo cual no deja de ser sorprendente e incoherente en un socialdemócrata.IMPUESTOS Y DÉFICIT DEL ESTADOLos datos que acabo de presentan explican mi sorpresa y preocupación cuando leí que algunas voces del partido socialdemócrata expresaron su orgullo porque teníamos la carga fiscal más baja de la UE-15. Esta preocupación se diluyó algo cuando leí que, por fin, iban a subir los impuestos. Pensé que por fin iban a intentar reducir el déficit social en España (que es nada menos que de 70.000 millones de euros), tal como, por cierto, consta en su programa electoral. Pero me equivoqué. Inmediatamente leí que esta subida de impuestos se debía al deseo de reducir el déficit del Estado, que llegaría al 10% del PIB. No sólo me entristecí, sino que me alarmé, puesto que lo que no debe nunca hacerse ahora, en una gran recesión, cuando el desempleo llegará al 20%, es disminuir el déficit del Estado. Esto lo hizo Franklin D. Roosevelt al inicio de la recuperación económica durante la Gran Depresión, y retrasó enormemente la recuperación económica. España está todavía en una gran recesión, y no saldrá de ella a no ser que haya un gran aumento de la demanda interna, ligada al aumento del gasto público sostenido por un largo déficit. Es ilusorio creerse que este necesario incremento de la demanda interna lo vaya a resolver una bajada de impuestos tal como propone la derecha liberal española (el PP y CIU). La población está enormemente endeudada y la bajada de impuestos la utilizará predominantemente para pagar sus deudas. La evidencia de ello es abrumadora. De ahí que las propuestas de recuperación del PP y CIU reflejadas en sus documentos económicos son profundamente erróneas. Creer que la crisis enorme que estamos viviendo se puede resolver a base de expandir, todavía más, las políticas liberales, es haber perdido toda conexión con la realidad económica que nos rodea. Pero esta visión liberal aparece también en la Comisión Europea y en su comisariado de Asuntos Económicos, que está presionando a los países para que reduzcan su déficit. En realidad, el déficit debería aumentar más, a fin de estimular la economía (cuya tasa de crecimiento es negativa) a base de nuevas inversiones públicas (no sólo en infraestructuras y comunicación sino, sobre todo, en servicios públicos y nuevas energías creadoras de empleo) que deberían alcanzar hasta un 5% del PIB, como ha ocurrido en EEUU (el país que saldrá primero de la crisis). Bajar el déficit quiere decir bajar el estímulo económico. Y bajar la carga fiscal quiere decir bajar el gasto público y con ello la inversión y estímulo económico, precisamente lo contrario que debería hacerse. ¿SON LOS IMPUESTOS IMPOPULARES?Ya sé que me dirán que un político tiene que ser consciente de que subir los impuestos es muy impopular, lo cual no es necesariamente cierto. Depende de quien es el que paga los impuestos y para qué fines. Le aseguro al lector que si a la ciudadanía se le pregunta “¿Está usted a favor de subir los impuestos a fin de reducir el déficit del Estado?”. La respuesta será, por gran mayoría, un no. En cambio, si a la ciudadanía se le pregunta “¿Está usted de acuerdo en que la gente más rica del país (digamos las tres decilas superiores del país) pague más impuestos para mejorar la sanidad pública (o la escuela pública, o las escuelas de infancia, o los servicios domiciliarios, o la vivienda social, o las pensiones)?” la respuesta sería abrumadoramente positiva. No se ha hecho tal pregunta en España, pero se ha hecho en EEUU y la gran mayoría ha respondido afirmativamente, mayoría que alcanza niveles por encima del 80% entre las clases populares. Ni que decir tiene que a mayor renta, menos entusiasmo por el incremento de impuestos. Es lógico que el 30% de renta superior del país (que incluye los creadores de opinión) sea reacio a la subida de impuestos. Pero no así la mayoría de la población, que sí la favorecen en caso de que tales impuestos vayan a cubrir tales déficits sociales. Por cierto, este apoyo mayoritario se mantiene cuando el objetivo de la subida de impuestos es crear empleo, como ha estado ocurriendo con el programa de estímulo económico de la Administración Obama. No así las rentas más superiores, que son las que proporcionalmente pagan más impuestos y quedan menos afectadas por los déficits de gasto público social al utilizar menos los servicios públicos. De ahí que se opongan, utilizando improperios para definir tales medidas redistributivas como “demagógicas”, “anticuadas”, “imitación de Robin Hood”, y otros insultos a la usanza de las derechas cuando las izquierdas piden que se redistribuyan los recursosEl aumento de la presión fiscal progresiva es necesario no sólo para reducir el déficit del Estado del Bienestar, sino también para incrementar el gasto público y estimular la economía (objetivos, en sí, necesarios) y también para redistribuir la renta excesivamente polarizada en nuestro país. España continúa siendo uno de los países con mayores desigualdades sociales. La disminución de las rentas del trabajo ha creado un gran problema de insuficiente demanda y excesivo endeudamiento, mientras que las exuberantes plusvalías de las rentas del capital, invertidas en actividades especulativas, han llevado al desastre financiero. De ahí que sea necesario revertir esta enorme polarización social, causa de la Gran Depresión en el siglo XX y de la Gran Recesión ahora. Como bien dijo el Presidente Franklin D. Roosevelt, “hasta ahora sabíamos que la excesiva acumulación de riqueza, resultado de la avaricia, era un mal moral. Ahora sabemos que es también un mal económico”. Sería de desear que el Gobierno español, que se autodefine como socialdemócrata, actuara consecuentemente y viera que Roosevelt llevaba razón.
Impuestos y socialdemocracia
Vicenç Navarro
Me parece sorprendente que algunas voces del Gobierno socialista español hayan expresado repetidamente su satisfacción porque España sea el país que tenga una de las presiones fiscales más bajas de la Unión Europea. Entendería que un dirigente de un partido liberal hiciera esta declaración. Pero admito que no lo entiendo en un dirigente de una formación política que se define como socialdemócrata. Y lo que todavía entiendo menos es que el motivo de satisfacción no sólo sea el hecho de que la presión fiscal sea de las más bajas de la Unión Europea, sino que se enorgullezca de que haya descendido durante el mandato del Gobierno socialista. La causa de mi sorpresa es que la socialdemocracia en Europa se ha caracterizado, precisamente, por haber aumentado la presión fiscal con el fin de expandir y enriquecer las transferencias y los servicios públicos del Estado de Bienestar que contribuyen a enriquecer la calidad de vida de toda la ciudadanía y muy en particular la de las clases populares, base tradicional de la socialdemocracia. Los datos son claros y convincentes. A mayor fuerza la socialdemocracia (e incluyo bajo este nombre todos aquellos partidos de centroizquierda e izquierda, llámense como se llamen –socialistas, socialdemócratas, laboristas o eurocomunistas- que están comprometidos en un proyecto de enriquecer la calidad de vida de la población, y muy en particular de las clases populares, a base de políticas redistributivas encaminadas a reducir las desigualdades sociales y la discriminación y explotación que las sustenta), mayor desarrollo del gasto público, incluyendo el gasto público social, mayor extensión del Estado del Bienestar y menores desigualdades. Partidos socialdemócratas o coaliciones de partidos socialdemócratas han gobernado aquellos países por mucho tiempo durante el periodo 1950-2000. Suecia (45 años), Noruega (39 años), Dinamarca (35 años), Finlandia (32 años) y Austria (31 años). El promedio de gasto público social en este grupo de países es el 30%, y su carga fiscal representa un 52% del PIB. Son los países que tienen menos desigualdades sociales y están entre los que tienen índices de mayor calidad de vida. Y tienen economías altamente eficientes. Sus tasas de desempleo están entre las más bajas de la OCDE y de la UE.En el otro polo están los países de tradición anglosajona liberal (EEUU, Gran Bretaña e Irlanda), en los que la socialdemocracia ha sido históricamente débil, habiendo estado gobernados la mayoría del tiempo por partidos conservadores de orientación liberal. Su gasto público social, como promedio del grupo, es de los más bajos de los países de la OCDE (el club de países más ricos del mundo), sólo un 24% del PIB, su carga fiscal es sólo un 36%, y tienen las desigualdades sociales más elevadas, con bajos indicadores de calidad de vida. Los países del sur de Europa (España, Grecia y Portugal), son países que han sido gobernados en la mayoría de aquel periodo (en su primera parte del periodo) por regimenes fascistas o fascistoides y que heredaron Estados del Bienestar enormemente subdesarrollados y con enormes desigualdades sociales. Este subdesarrollo fue corrigiéndose durante la última etapa de aquel periodo, consecuencia de haberse establecido sistemas democráticos, aunque todavía tienen un gran retraso, poniéndolos incluso por debajo (o al mismo nivel) que algunos países liberales en su escaso gasto social. Todos ellos tienen grandes desigualdades sociales (ver Navarro, V. (ed.) Neoliberalism, Globalization and Inequalities. Baywood. 2008, y sección Economía política y Neoliberalismo, en www.vnavarro.org). En realidad, España continúa teniendo uno de los estados del bienestar menos desarrollados de la UE, e incluso de la UE-15 (que son los países de la UE de semejante desarrollo económico al español). Se mire como se mire, el gasto público social español es de los más bajos de la UE-15. El gasto público social por habitante (4.663 unidades de poder de compra), el gasto público social como porcentaje del PIB (20,3%), el porcentaje de la población adulta trabajando en los servicios públicos del estado de bienestar (escuelas, sanidad, servicios de dependencia, escuelas de infancia, entre otros, 11%) son mucho más bajos que el promedio de la UE-15 (6.737 upc, 27% y 16%, respectivamente) siendo uno de los más bajos de la UE-15. Estos datos muestran que después de treinta años en democracia continuamos estando a la cola de la Europa Social. Y un factor muy importante que explica este retraso es la subfinanciación del Estado, incluyendo su Estado de Bienestar, que es a su vez resultado de la baja presión fiscal. De ahí que estar satisfecho de tener una baja presión fiscal implica que estamos satisfechos de estar muy retrasados en nuestro Estado Social, lo cual no deja de ser sorprendente e incoherente en un socialdemócrata.IMPUESTOS Y DÉFICIT DEL ESTADOLos datos que acabo de presentan explican mi sorpresa y preocupación cuando leí que algunas voces del partido socialdemócrata expresaron su orgullo porque teníamos la carga fiscal más baja de la UE-15. Esta preocupación se diluyó algo cuando leí que, por fin, iban a subir los impuestos. Pensé que por fin iban a intentar reducir el déficit social en España (que es nada menos que de 70.000 millones de euros), tal como, por cierto, consta en su programa electoral. Pero me equivoqué. Inmediatamente leí que esta subida de impuestos se debía al deseo de reducir el déficit del Estado, que llegaría al 10% del PIB. No sólo me entristecí, sino que me alarmé, puesto que lo que no debe nunca hacerse ahora, en una gran recesión, cuando el desempleo llegará al 20%, es disminuir el déficit del Estado. Esto lo hizo Franklin D. Roosevelt al inicio de la recuperación económica durante la Gran Depresión, y retrasó enormemente la recuperación económica. España está todavía en una gran recesión, y no saldrá de ella a no ser que haya un gran aumento de la demanda interna, ligada al aumento del gasto público sostenido por un largo déficit. Es ilusorio creerse que este necesario incremento de la demanda interna lo vaya a resolver una bajada de impuestos tal como propone la derecha liberal española (el PP y CIU). La población está enormemente endeudada y la bajada de impuestos la utilizará predominantemente para pagar sus deudas. La evidencia de ello es abrumadora. De ahí que las propuestas de recuperación del PP y CIU reflejadas en sus documentos económicos son profundamente erróneas. Creer que la crisis enorme que estamos viviendo se puede resolver a base de expandir, todavía más, las políticas liberales, es haber perdido toda conexión con la realidad económica que nos rodea. Pero esta visión liberal aparece también en la Comisión Europea y en su comisariado de Asuntos Económicos, que está presionando a los países para que reduzcan su déficit. En realidad, el déficit debería aumentar más, a fin de estimular la economía (cuya tasa de crecimiento es negativa) a base de nuevas inversiones públicas (no sólo en infraestructuras y comunicación sino, sobre todo, en servicios públicos y nuevas energías creadoras de empleo) que deberían alcanzar hasta un 5% del PIB, como ha ocurrido en EEUU (el país que saldrá primero de la crisis). Bajar el déficit quiere decir bajar el estímulo económico. Y bajar la carga fiscal quiere decir bajar el gasto público y con ello la inversión y estímulo económico, precisamente lo contrario que debería hacerse. ¿SON LOS IMPUESTOS IMPOPULARES?Ya sé que me dirán que un político tiene que ser consciente de que subir los impuestos es muy impopular, lo cual no es necesariamente cierto. Depende de quien es el que paga los impuestos y para qué fines. Le aseguro al lector que si a la ciudadanía se le pregunta “¿Está usted a favor de subir los impuestos a fin de reducir el déficit del Estado?”. La respuesta será, por gran mayoría, un no. En cambio, si a la ciudadanía se le pregunta “¿Está usted de acuerdo en que la gente más rica del país (digamos las tres decilas superiores del país) pague más impuestos para mejorar la sanidad pública (o la escuela pública, o las escuelas de infancia, o los servicios domiciliarios, o la vivienda social, o las pensiones)?” la respuesta sería abrumadoramente positiva. No se ha hecho tal pregunta en España, pero se ha hecho en EEUU y la gran mayoría ha respondido afirmativamente, mayoría que alcanza niveles por encima del 80% entre las clases populares. Ni que decir tiene que a mayor renta, menos entusiasmo por el incremento de impuestos. Es lógico que el 30% de renta superior del país (que incluye los creadores de opinión) sea reacio a la subida de impuestos. Pero no así la mayoría de la población, que sí la favorecen en caso de que tales impuestos vayan a cubrir tales déficits sociales. Por cierto, este apoyo mayoritario se mantiene cuando el objetivo de la subida de impuestos es crear empleo, como ha estado ocurriendo con el programa de estímulo económico de la Administración Obama. No así las rentas más superiores, que son las que proporcionalmente pagan más impuestos y quedan menos afectadas por los déficits de gasto público social al utilizar menos los servicios públicos. De ahí que se opongan, utilizando improperios para definir tales medidas redistributivas como “demagógicas”, “anticuadas”, “imitación de Robin Hood”, y otros insultos a la usanza de las derechas cuando las izquierdas piden que se redistribuyan los recursosEl aumento de la presión fiscal progresiva es necesario no sólo para reducir el déficit del Estado del Bienestar, sino también para incrementar el gasto público y estimular la economía (objetivos, en sí, necesarios) y también para redistribuir la renta excesivamente polarizada en nuestro país. España continúa siendo uno de los países con mayores desigualdades sociales. La disminución de las rentas del trabajo ha creado un gran problema de insuficiente demanda y excesivo endeudamiento, mientras que las exuberantes plusvalías de las rentas del capital, invertidas en actividades especulativas, han llevado al desastre financiero. De ahí que sea necesario revertir esta enorme polarización social, causa de la Gran Depresión en el siglo XX y de la Gran Recesión ahora. Como bien dijo el Presidente Franklin D. Roosevelt, “hasta ahora sabíamos que la excesiva acumulación de riqueza, resultado de la avaricia, era un mal moral. Ahora sabemos que es también un mal económico”. Sería de desear que el Gobierno español, que se autodefine como socialdemócrata, actuara consecuentemente y viera que Roosevelt llevaba razón.
domingo, 28 de junio de 2009
PRESIDENTES BANCOS CENTRALES
28-06-2009
Trichet, MAFO y los demás: ¿hasta cuándo?
Juan Torres López
Sistema Digital
Un estudio de Consultores de Gobierno Corporativo (CGC) señalaba que a finales de 2006 diez familias y una veintena de empresarios (la mayoría de las cuales se enriquecieron o consolidaron su riqueza durante el franquismo) tenían en esa fecha bajo su control a 19 de las 35 mayores empresas cotizadas en España y eran propietarios del 20,14% de su capital. Según el profesor Iago Santos, una pequeña elite que representa el 0,0035% de la población española controla recursos que equivalen al 80,5% del PIB. Un control que no solo le permite tener las retribuciones más altas de Europa como miembros de los consejos de administración sino también, y sobre todo, influir muy directa y decisivamente en las decisiones gubernamentales que les afectan.
Esas personas y grupos tienen muy claro lo que desean y por lo que deben luchar en cada momento y mucho más ahora que hay que hacer frente a una crisis que en gran medida han provocado ellos mismos.
Ahora tratan de presionar al máximo para lograr tres grandes objetivos. El primero, establecer reformas en la legislación laboral que les den más libertad, que les permitan reducir costes y que debiliten aún más a los trabajadores a la hora de defender sus derechos laborales. El segundo, avanzar, o incluso llegar a establecer si tienen fuerza suficiente, un sistema de capitalización privado que sustituya al actual modelo de reparto de las pensiones públicas. Y, finalmente, disminuir genéricamente la capacidad de maniobra de los gobiernos para seguir desplazando el poder de decisión sobre cuestiones económicas hacia espacios e instituciones no representativas en las que lógicamente pueden influir más cómoda y eficazmente.
Para defender esa estrategia tienen medios de comunicación, periodistas, organizaciones sociales y empresariales, profesores, economistas y políticos que constantemente se encargan de propagar las ideas que les interesa poner en práctica y entre los que ocupan una posición privilegiada los directivos de los bancos centrales con sus gobernadores al frente.
El papel de estos últimos es fundamental porque, gracias precisamente a ese poder mediático, tienen fama de autoridades objetivas e independientes, lo que les permite defender esas mismas propuestas ante la población como si fueran sabios y neutrales portadores de las ideas objetivas y científicas que sin duda conviene aplicar al conjunto de la sociedad.
Lo hemos visto claramente en los últimos meses y lo seguiremos viendo de forma cada vez más evidente en el futuro próximo: el gobernador del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, y el de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, reclaman constantemente esas tres medidas centrándose en los últimos días de forma coincidente en la reforma laboral.
Frente a la prepotencia con la que se dirigen a los ciudadanos, es necesario que éstos sepan que las propuestas que hacen los gobernadores son el resultado de sus posiciones ideológicas y no de verdades científicas que puedan considerarse, como ellos las presentan, inexorables o indiscutibles.
Deben saber asimismo que las instituciones a las que representan no son precisamente el templo del saber objetivo, como quieren hacer creer, y que los informes que elaboran no son tampoco el mejor ejemplo de independencia, libertad de pensamiento y pluralidad. Los bancos centrales, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, se han consolidado como instrumentos al servicio de los grandes poderes económicos y financieros en donde se coopta a sus profesionales con criterios ideológicos y en donde se ha marginado y se margina hasta la extenuación a quienes no suscriben los postulados liberales.
Y es necesario que sepan, además, que esa ideología liberal de la que parten sus proposiciones es especialmente irrealista y errónea.
La mejor y más definitiva prueba de ello es comprobar hasta qué punto se han venido equivocando y se equivocan en sus análisis y predicciones y en qué medida tan evidente han adoptado medidas que han provocado los problema financieros que padecemos en lugar de resolverlos.
El Banco Central Europeo y los bancos centrales nacionales deberían haber tomado medidas para evitar la insolvencia generalizada a la que dado lugar el irresponsable comportamiento de los bancos y no lo hicieron. Deberían haber previsto la crisis que iba a provocar la ingente acumulación de riesgo y no lo hicieron, actuaron tarde y el sistema financiero ha paralizado la economía real sin que hayan sido capaces de evitarlo. Deberían haber adoptado medidas en España para que el dinero de los bancos no se dedicara a financiar una burbuja inmobiliaria y miraron a otro lado.
Y ahora, en lugar, de hacer frente con decisión a las reformas financieras que pudieran impedir en el futuro que los banqueros vuelvan a llevar a la ruina a la economía, se dedican a proponer reformas laborales o del sistema de pensiones que, en realidad, solo podrían conseguir que los grupos privilegiados disfruten de mayores beneficios.
Los ciudadanos tienen que saber que las propuestas ideologizadas del gobernador del Banco de España no le convienen a la inmensa mayoría de la población y que, además, no inciden en los verdaderos problemas de la economía española.
Los problemas del mercado de trabajo español, que crea mucho empleo en épocas de crecimiento pero tan precario que enseguida lo destruye cuando se ralentiza el crecimiento, no se resuelven disminuyendo los salarios, eliminando derechos laborales o aumentando el poder de negociación de las empresas. Así, como proponen los grupos oligárquicos de los que actúa como vocero el gobernador, lo que se logra es consolidar un modelo de competitividad basada en la mano de obra barata que está condenado al fracaso, no solo porque nos empobrece cada vez más sino porque siempre habrá otro países que pueda situarse por debajo de nuestros niveles salariales.
¿Por qué no dice el gobernador que nuestra productividad lleva estancada quince años y de que para salir de esa situación lo que se necesita es un capital humano más preparado, más capital social y mejores infraestructuras que requieren más gasto público, como nos demuestra la experiencia de los países más avanzados que el nuestro? ¿No le resulta significativo al gobernador que el país que más empleo destruye sea justamente el único de la OCDE en donde bajaron los salarios reales de 1995 a 2005? ¿Por qué no habla Ordóñez de que las exportaciones de alta tecnología española solo representaban en 2006 el 4,96% del total, frente al 16,65% de la UE-27 y que para darle la vuelta ese problema habría que multiplicar el gasto en educación y en I+D+i? ¿Y cómo es que el gobernador no cae en la cuenta de que los países europeos más competitivos tienen una flexibilidad que no es precisamente la que aquí se propone y mucha más protección social? Como mira a otro lado no puede preocuparse, qué casualidad, de que nuestra tasa de abandono escolar sea caso tres veces más alta que la de la U-27, lo que sí constituye un lastre decisivo para nuestro mercado laboral, o de que nuestro porcentaje de gasto en protección social, cuya suficiencia sería fundamental para reformar sin pérdida de bienestar el mercado de trabajo, esté a seis puntos de dicha media?
Los ciudadanos deben saber todo esto para ser conscientes de los intereses a los que sirven los gobernadores y directivos de los bancos centrales. Deben saber que no son autoridades objetivas e independientes sino que en la práctica actúan como empleados de los grandes banqueros y empresarios y por eso es habitual, como ocurre en España, que después de hacerles la tarea terminen en sus consejos de administración o como dirigentes de la patronal bancaria.
Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla. Su web personal: http://www.juantorrreslopez.com
Trichet, MAFO y los demás: ¿hasta cuándo?
Juan Torres López
Sistema Digital
Un estudio de Consultores de Gobierno Corporativo (CGC) señalaba que a finales de 2006 diez familias y una veintena de empresarios (la mayoría de las cuales se enriquecieron o consolidaron su riqueza durante el franquismo) tenían en esa fecha bajo su control a 19 de las 35 mayores empresas cotizadas en España y eran propietarios del 20,14% de su capital. Según el profesor Iago Santos, una pequeña elite que representa el 0,0035% de la población española controla recursos que equivalen al 80,5% del PIB. Un control que no solo le permite tener las retribuciones más altas de Europa como miembros de los consejos de administración sino también, y sobre todo, influir muy directa y decisivamente en las decisiones gubernamentales que les afectan.
Esas personas y grupos tienen muy claro lo que desean y por lo que deben luchar en cada momento y mucho más ahora que hay que hacer frente a una crisis que en gran medida han provocado ellos mismos.
Ahora tratan de presionar al máximo para lograr tres grandes objetivos. El primero, establecer reformas en la legislación laboral que les den más libertad, que les permitan reducir costes y que debiliten aún más a los trabajadores a la hora de defender sus derechos laborales. El segundo, avanzar, o incluso llegar a establecer si tienen fuerza suficiente, un sistema de capitalización privado que sustituya al actual modelo de reparto de las pensiones públicas. Y, finalmente, disminuir genéricamente la capacidad de maniobra de los gobiernos para seguir desplazando el poder de decisión sobre cuestiones económicas hacia espacios e instituciones no representativas en las que lógicamente pueden influir más cómoda y eficazmente.
Para defender esa estrategia tienen medios de comunicación, periodistas, organizaciones sociales y empresariales, profesores, economistas y políticos que constantemente se encargan de propagar las ideas que les interesa poner en práctica y entre los que ocupan una posición privilegiada los directivos de los bancos centrales con sus gobernadores al frente.
El papel de estos últimos es fundamental porque, gracias precisamente a ese poder mediático, tienen fama de autoridades objetivas e independientes, lo que les permite defender esas mismas propuestas ante la población como si fueran sabios y neutrales portadores de las ideas objetivas y científicas que sin duda conviene aplicar al conjunto de la sociedad.
Lo hemos visto claramente en los últimos meses y lo seguiremos viendo de forma cada vez más evidente en el futuro próximo: el gobernador del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, y el de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, reclaman constantemente esas tres medidas centrándose en los últimos días de forma coincidente en la reforma laboral.
Frente a la prepotencia con la que se dirigen a los ciudadanos, es necesario que éstos sepan que las propuestas que hacen los gobernadores son el resultado de sus posiciones ideológicas y no de verdades científicas que puedan considerarse, como ellos las presentan, inexorables o indiscutibles.
Deben saber asimismo que las instituciones a las que representan no son precisamente el templo del saber objetivo, como quieren hacer creer, y que los informes que elaboran no son tampoco el mejor ejemplo de independencia, libertad de pensamiento y pluralidad. Los bancos centrales, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, se han consolidado como instrumentos al servicio de los grandes poderes económicos y financieros en donde se coopta a sus profesionales con criterios ideológicos y en donde se ha marginado y se margina hasta la extenuación a quienes no suscriben los postulados liberales.
Y es necesario que sepan, además, que esa ideología liberal de la que parten sus proposiciones es especialmente irrealista y errónea.
La mejor y más definitiva prueba de ello es comprobar hasta qué punto se han venido equivocando y se equivocan en sus análisis y predicciones y en qué medida tan evidente han adoptado medidas que han provocado los problema financieros que padecemos en lugar de resolverlos.
El Banco Central Europeo y los bancos centrales nacionales deberían haber tomado medidas para evitar la insolvencia generalizada a la que dado lugar el irresponsable comportamiento de los bancos y no lo hicieron. Deberían haber previsto la crisis que iba a provocar la ingente acumulación de riesgo y no lo hicieron, actuaron tarde y el sistema financiero ha paralizado la economía real sin que hayan sido capaces de evitarlo. Deberían haber adoptado medidas en España para que el dinero de los bancos no se dedicara a financiar una burbuja inmobiliaria y miraron a otro lado.
Y ahora, en lugar, de hacer frente con decisión a las reformas financieras que pudieran impedir en el futuro que los banqueros vuelvan a llevar a la ruina a la economía, se dedican a proponer reformas laborales o del sistema de pensiones que, en realidad, solo podrían conseguir que los grupos privilegiados disfruten de mayores beneficios.
Los ciudadanos tienen que saber que las propuestas ideologizadas del gobernador del Banco de España no le convienen a la inmensa mayoría de la población y que, además, no inciden en los verdaderos problemas de la economía española.
Los problemas del mercado de trabajo español, que crea mucho empleo en épocas de crecimiento pero tan precario que enseguida lo destruye cuando se ralentiza el crecimiento, no se resuelven disminuyendo los salarios, eliminando derechos laborales o aumentando el poder de negociación de las empresas. Así, como proponen los grupos oligárquicos de los que actúa como vocero el gobernador, lo que se logra es consolidar un modelo de competitividad basada en la mano de obra barata que está condenado al fracaso, no solo porque nos empobrece cada vez más sino porque siempre habrá otro países que pueda situarse por debajo de nuestros niveles salariales.
¿Por qué no dice el gobernador que nuestra productividad lleva estancada quince años y de que para salir de esa situación lo que se necesita es un capital humano más preparado, más capital social y mejores infraestructuras que requieren más gasto público, como nos demuestra la experiencia de los países más avanzados que el nuestro? ¿No le resulta significativo al gobernador que el país que más empleo destruye sea justamente el único de la OCDE en donde bajaron los salarios reales de 1995 a 2005? ¿Por qué no habla Ordóñez de que las exportaciones de alta tecnología española solo representaban en 2006 el 4,96% del total, frente al 16,65% de la UE-27 y que para darle la vuelta ese problema habría que multiplicar el gasto en educación y en I+D+i? ¿Y cómo es que el gobernador no cae en la cuenta de que los países europeos más competitivos tienen una flexibilidad que no es precisamente la que aquí se propone y mucha más protección social? Como mira a otro lado no puede preocuparse, qué casualidad, de que nuestra tasa de abandono escolar sea caso tres veces más alta que la de la U-27, lo que sí constituye un lastre decisivo para nuestro mercado laboral, o de que nuestro porcentaje de gasto en protección social, cuya suficiencia sería fundamental para reformar sin pérdida de bienestar el mercado de trabajo, esté a seis puntos de dicha media?
Los ciudadanos deben saber todo esto para ser conscientes de los intereses a los que sirven los gobernadores y directivos de los bancos centrales. Deben saber que no son autoridades objetivas e independientes sino que en la práctica actúan como empleados de los grandes banqueros y empresarios y por eso es habitual, como ocurre en España, que después de hacerles la tarea terminen en sus consejos de administración o como dirigentes de la patronal bancaria.
Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla. Su web personal: http://www.juantorrreslopez.com
sábado, 6 de junio de 2009
ENTREVISTA: ELECCIONES EUROPEAS - Los candidatos:
WILLY MEYER Candidato de IU-ICV
"Europa es un esqueleto frente a la crisis"
VERA GUTIÉRREZ CALVO - Madrid - 03/06/2009
Madrileño de 56 años -difícil deducirlo de su nombre-, Willy Meyer Pleite aspira a renovar el día 7 sus cinco años de eurodiputado por IU-ICV. Miembro de la dirección del PCE, siempre ha estado donde los ciudadanos le han puesto: fue concejal, diputado provincial en Cádiz y parlamentario nacional antes de recalar en la Eurocámara.
Pregunta. ¿La crisis pone en riesgo los derechos sociales conquistados por Europa?
Respuesta. En la época de crecimiento ya ocurrió: se apostó por un modelo que hacía prevalecer la libertad de mercado sobre los derechos de los trabajadores. Hay, por ejemplo, tres sentencias del Tribunal Europeo que legalizan el dumping social: es decir, que en una empresa los trabajadores que no son de ese país cobren según el salario de su país de origen, no de donde se radica el trabajo. Eso rompe el modelo social europeo. Además, irrumpió la filosofía de privatizarlo todo, de dejar a los Estados sin capacidad de intervención, y eso lleva a la destrucción del modelo social basado en servicios de calidad. Claro, con la crisis todo esto se acentúa. Europa está en una encrucijada: hay que ir a un nuevo modelo.
P. ¿Los sindicatos lo están haciendo bien?
R. Valoramos muy positivamente que CC OO y UGT demandan una reforma fiscal para ir a la progresividad, que es a lo que deben ir España y Europa. También la Confederación Europea de Sindicatos plantea la necesidad de un modelo económico distinto.
P. Ustedes plantean una reforma laboral a la inversa: "en beneficio de los trabajadores".
R. Sí, hay que ir a la ofensiva: que se establezca por ley la jornada de 35 horas, una mejora sustancial de los salarios y acabar con la temporalidad y la flexiseguridad. Que los Estados jueguen un papel importante en sectores importantes. Europa ahora mismo es un esqueleto con muy poca capacidad de intervención en la crisis. El ejemplo es lo que ha pasado con General Motors-Opel: Obama ha nacionalizado GM, Europa no. Hay que rescatar los sectores estratégicos: energía, transporte, telecomunicaciones, siderurgia, agua...
P. ¿Por dónde empezarían a nacionalizar?
R. Lo más urgente es el sector financiero. El Gobierno lo que ha hecho es garantizar los beneficios de los bancos.
P. ¿Se refieren a nacionalizar los bancos privados que existen o a crear una banca pública?
R. El primer paso sería crear una banca pública, a través del ICO. No, no hablamos de nacionalizar todo el sector, sino de contar con una banca pública. Inmediatamente después, pasar al rescate de los servicios estratégicos que fueron privatizados, creando fórmulas mixtas o directamente nacionalizándolos. La energía es vital: el debate de la sociedad pospetróleo no nos lo pueden hacer las multinacionales.
P. IU es de las pocas fuerzas políticas que mantiene una oposición frontal y sin matices a la energía nuclear...
R. Sí, nosotros mantenemos el 'nucleares no, gracias'. Con el modelo alternativo que defendemos de intervención pública, una parte de los beneficios iría a una política de mayor eficiencia, y está calculado que con un 25% de ahorro el debate de las nucleares sería innecesario. Por tanto, mantenemos la reclamación de cierre de las centrales nucleares. También una apuesta de i+D+I en energías renovables.
P. ¿Cuál es su principal propuesta para regular la inmigración en Europa?
R. Lo primero es derogar la directiva de retorno o directiva de la vergüenza. Europa necesita la inmigración económica para subsistir. Sin inmigración, el proyecto europeo no tiene futuro. Hay que dar una respuesta democrática y humana a las personas que necesitamos para cobrar las pensiones el día de mañana. La directiva criminaliza a los sin papeles.
P. Y una vez derogada la directiva, ¿qué propondrían para regular la inmigración?
R. Cambiar el modelo actual de crecimiento, pactado por el Partido Popular y el PSOE. Ese modelo nos ha llevado a la recesión y al paro. Con un cambio de modelo habría empleo para los europeos y también para los inmigrantes.
P. ¿Y ya no habría que controlar las fronteras?
R. El control de fronteras es imprescindible, pero podríamos introducir hasta a 25 millones de inmigrantes, que son, según la Comisión Europea, los necesarios para sostener Europa. Por otro lado, la mejor receta ante la inmigración es incrementar la ayuda al desarrollo.
P. Izquierda Unida aplaudió la decisión del Tribunal Constitucional que permite concurrir a las elecciones a Iniciativa Internacionalista-Solidaridad de los Pueblos (II-SP). Al día siguiente, Arnaldo Otegi salió a pedir el voto para esa candidatura, y ahora participa en sus mítines. ¿Siguen aplaudiendo la decisión del Constitucional?
R. Nosotros no aplaudimos.
P. Dijeron que era bueno desde el punto de vista democrático que se pudieran presentar...
R. No, nosotros no aplaudimos. Lo que dijimos es que criticábamos la decisión del Supremo [que había anulado la candidatura]. Nosotros hemos votado contra la Ley de Partidos porque es un atajo inaceptable en la lucha contra el terrorismo y porque las ideas no pueden ser perseguidas. Cuando el Constitucional falló, simplemente constatamos que el Estado de derecho había funcionado. Una vez que el mundo de HB ilegalizado pide el voto para esa candidatura, pues la define bien; y por tanto nosotros, que siempre hemos sido una fuerza confrontada de forma radical con el terrorismo, también estamos confrontados con esta candidatura.
P. ¿Entonces les alegra o les apena que II-SP concurra a las elecciones europeas?
R. Es que no nos provoca ninguna sensación la situación de ninguna candidatura. Es un tema que ni nos va ni nos viene.
P. Los dos eurodiputados de IU-ICV, usted mismo y Raül Romeva, están entre los más trabajadores de la Eurocámara, pero los sondeos les auguran un estancamiento o incluso un descenso. ¿Les desalienta?
R. No, porque conocemos las reglas del juego. Ese trabajo que efectivamente hemos hecho no ha tenido correspondencia en los medios de comunicación, porque no interesa el trabajo: sólo interesan los grandes partidos, trabajen o no. Pero esto no nos desmoraliza: nos da más fuerzas. Publicado en El Pais:http://www.elpais.com/articulo/espana/Europa/esqueleto/frente/crisis/elpepiesp/20090603elpepinac_6/Tes?print=1El Debate de ayer en TVE está en:http://www.rtve.es/
WILLY MEYER Candidato de IU-ICV
"Europa es un esqueleto frente a la crisis"
VERA GUTIÉRREZ CALVO - Madrid - 03/06/2009
Madrileño de 56 años -difícil deducirlo de su nombre-, Willy Meyer Pleite aspira a renovar el día 7 sus cinco años de eurodiputado por IU-ICV. Miembro de la dirección del PCE, siempre ha estado donde los ciudadanos le han puesto: fue concejal, diputado provincial en Cádiz y parlamentario nacional antes de recalar en la Eurocámara.
Pregunta. ¿La crisis pone en riesgo los derechos sociales conquistados por Europa?
Respuesta. En la época de crecimiento ya ocurrió: se apostó por un modelo que hacía prevalecer la libertad de mercado sobre los derechos de los trabajadores. Hay, por ejemplo, tres sentencias del Tribunal Europeo que legalizan el dumping social: es decir, que en una empresa los trabajadores que no son de ese país cobren según el salario de su país de origen, no de donde se radica el trabajo. Eso rompe el modelo social europeo. Además, irrumpió la filosofía de privatizarlo todo, de dejar a los Estados sin capacidad de intervención, y eso lleva a la destrucción del modelo social basado en servicios de calidad. Claro, con la crisis todo esto se acentúa. Europa está en una encrucijada: hay que ir a un nuevo modelo.
P. ¿Los sindicatos lo están haciendo bien?
R. Valoramos muy positivamente que CC OO y UGT demandan una reforma fiscal para ir a la progresividad, que es a lo que deben ir España y Europa. También la Confederación Europea de Sindicatos plantea la necesidad de un modelo económico distinto.
P. Ustedes plantean una reforma laboral a la inversa: "en beneficio de los trabajadores".
R. Sí, hay que ir a la ofensiva: que se establezca por ley la jornada de 35 horas, una mejora sustancial de los salarios y acabar con la temporalidad y la flexiseguridad. Que los Estados jueguen un papel importante en sectores importantes. Europa ahora mismo es un esqueleto con muy poca capacidad de intervención en la crisis. El ejemplo es lo que ha pasado con General Motors-Opel: Obama ha nacionalizado GM, Europa no. Hay que rescatar los sectores estratégicos: energía, transporte, telecomunicaciones, siderurgia, agua...
P. ¿Por dónde empezarían a nacionalizar?
R. Lo más urgente es el sector financiero. El Gobierno lo que ha hecho es garantizar los beneficios de los bancos.
P. ¿Se refieren a nacionalizar los bancos privados que existen o a crear una banca pública?
R. El primer paso sería crear una banca pública, a través del ICO. No, no hablamos de nacionalizar todo el sector, sino de contar con una banca pública. Inmediatamente después, pasar al rescate de los servicios estratégicos que fueron privatizados, creando fórmulas mixtas o directamente nacionalizándolos. La energía es vital: el debate de la sociedad pospetróleo no nos lo pueden hacer las multinacionales.
P. IU es de las pocas fuerzas políticas que mantiene una oposición frontal y sin matices a la energía nuclear...
R. Sí, nosotros mantenemos el 'nucleares no, gracias'. Con el modelo alternativo que defendemos de intervención pública, una parte de los beneficios iría a una política de mayor eficiencia, y está calculado que con un 25% de ahorro el debate de las nucleares sería innecesario. Por tanto, mantenemos la reclamación de cierre de las centrales nucleares. También una apuesta de i+D+I en energías renovables.
P. ¿Cuál es su principal propuesta para regular la inmigración en Europa?
R. Lo primero es derogar la directiva de retorno o directiva de la vergüenza. Europa necesita la inmigración económica para subsistir. Sin inmigración, el proyecto europeo no tiene futuro. Hay que dar una respuesta democrática y humana a las personas que necesitamos para cobrar las pensiones el día de mañana. La directiva criminaliza a los sin papeles.
P. Y una vez derogada la directiva, ¿qué propondrían para regular la inmigración?
R. Cambiar el modelo actual de crecimiento, pactado por el Partido Popular y el PSOE. Ese modelo nos ha llevado a la recesión y al paro. Con un cambio de modelo habría empleo para los europeos y también para los inmigrantes.
P. ¿Y ya no habría que controlar las fronteras?
R. El control de fronteras es imprescindible, pero podríamos introducir hasta a 25 millones de inmigrantes, que son, según la Comisión Europea, los necesarios para sostener Europa. Por otro lado, la mejor receta ante la inmigración es incrementar la ayuda al desarrollo.
P. Izquierda Unida aplaudió la decisión del Tribunal Constitucional que permite concurrir a las elecciones a Iniciativa Internacionalista-Solidaridad de los Pueblos (II-SP). Al día siguiente, Arnaldo Otegi salió a pedir el voto para esa candidatura, y ahora participa en sus mítines. ¿Siguen aplaudiendo la decisión del Constitucional?
R. Nosotros no aplaudimos.
P. Dijeron que era bueno desde el punto de vista democrático que se pudieran presentar...
R. No, nosotros no aplaudimos. Lo que dijimos es que criticábamos la decisión del Supremo [que había anulado la candidatura]. Nosotros hemos votado contra la Ley de Partidos porque es un atajo inaceptable en la lucha contra el terrorismo y porque las ideas no pueden ser perseguidas. Cuando el Constitucional falló, simplemente constatamos que el Estado de derecho había funcionado. Una vez que el mundo de HB ilegalizado pide el voto para esa candidatura, pues la define bien; y por tanto nosotros, que siempre hemos sido una fuerza confrontada de forma radical con el terrorismo, también estamos confrontados con esta candidatura.
P. ¿Entonces les alegra o les apena que II-SP concurra a las elecciones europeas?
R. Es que no nos provoca ninguna sensación la situación de ninguna candidatura. Es un tema que ni nos va ni nos viene.
P. Los dos eurodiputados de IU-ICV, usted mismo y Raül Romeva, están entre los más trabajadores de la Eurocámara, pero los sondeos les auguran un estancamiento o incluso un descenso. ¿Les desalienta?
R. No, porque conocemos las reglas del juego. Ese trabajo que efectivamente hemos hecho no ha tenido correspondencia en los medios de comunicación, porque no interesa el trabajo: sólo interesan los grandes partidos, trabajen o no. Pero esto no nos desmoraliza: nos da más fuerzas. Publicado en El Pais:http://www.elpais.com/articulo/espana/Europa/esqueleto/frente/crisis/elpepiesp/20090603elpepinac_6/Tes?print=1El Debate de ayer en TVE está en:http://www.rtve.es/
domingo, 22 de marzo de 2009
EL RETORNO DE CARLOS MARX
La Sexta-Noticias difundió el 30 de octubre del 2008 esta noticia singular: “El arzobispo (católico) de Munich y Freising, Reinhard Marx, se ha convertido en el representante de Karl Marx dentro del mundo católico tras escribir un libro titulado El Capital, en el que carga con dureza contra el capitalismo salvaje, al que culpa de todos los males de este mundo”. El País, por su parte, publicó, el domingo 3 de noviembre, un artículo de opinión de Ángel Rupérez con el título: “El retorno de Marx” y el pasado 13 de diciembre, Reyes Mate, nos repite de nuevo en El Periódico, que Marx vuelve a estar de moda, como lo está últimamente en Alemania, en donde las obras de Marx se agotan en las librerías. ¿Qué ha pasado para que Marx cobre de nuevo actualidad?
Ante la crisis que sufrimos, todo el mundo se hace preguntas y busca respuestas ¿Cómo pudieron causar las hipotecas basura una crisis financiera mundial de tales dimensiones? ¿Cómo es posible que grandes bancos, aseguradoras y financieras hayan podido desplomarse como un castillo de naipes? Nadie tiene una respuesta convincente dentro del capitalismo, por ello se recurre a Marx que fue quien desentrañó la perversidad de los mecanismos internos del capitalismo y el primero en anunciar su fin tras una de sus numerosas y continuas crisis. Es verosímil que ese fin no esté aún a la vuelta de la esquina, pero sí es posible que el fracaso del sistema capitalista financiero, según lo han reconocido el presidente francés Sarkozy y el premio Nóbel de Economía Joseph Stitglitz, sea el principio de ese fin.
1.- El dios del beneficio
El meollo del sistema capitalista es la búsqueda de un beneficio continuo. En el mercado capitalista –dice Marx- las mercancías no tienen sólo el valor de uso por el que, mediante su intercambio, se satisfacen las necesidades humanas, sino que buscan, sobre todo, el valor de cambio que incluya siempre un aumento de valor, plusvalía o beneficio, convirtiéndose entonces en capital y a su poseedor en capitalista. Para él, es éste el principio voraz del sistema capitalista que le incita de continuo a cualquier forma de abuso, con tal de hacer valer el aspecto esencial del beneficio por encima de todo. “La fórmula general del capital, tal como se manifiesta en la circulación es, comprar para vender más caro” (El Capital, l. 1). Bellamente nos lo dice Beltolt Brecht en su “Manifiesto comunista en verso”:
“No está destinada la casa a ser habitada,Ni el paño a vestir, ni el pan está destinado sólo a ser comido:Debe aportar ganancias….Deben realizar más en la mesa de trabajoQue sólo alimentar, vestir y alojar al hombre y a los suyos,Si es que ha de haber beneficios…Y entonces lana y trigo, café y frutas y pescados y cerdos¡todo ello sacrificado en el fuego, para ablandar al dios del beneficio!
La codicia de la rentabilidad, del beneficio, expresado en dinero, es el ídolo absoluto de los capitalistas de ayer y de hoy. Lo hemos visto en el último escándalo financiero de Wall Street. Bernad L.Madoff, al igual que el banco de inversión Lehman Brothers, ofrecía a los inversores financieros beneficios del 12% anual, que sextuplicaban las ganancias de la Bolsa. Esta codicia y ansia de beneficios, altos y rápidos, cegó y trastocó la sensatez no sólo de los inversores privados sino también de respetables (¡!) bancos mundiales, del BNP Paris, del HBSC y Fortis y, en España, de los todopoderosos Santander, BBVA, Caja Madrid, La Caixa y de la empresaria Alicia Koplowitz (Publico, 21 de diciembre 2008).
Pero ¿de dónde procede este beneficio o ganancia capitalista? Y ¿por qué la condena Marx?
2.- El trabajo, mercancía escasa y depreciada hoy
La TVE nos mostró, los últimos días del pasado año, las imágenes de numerosos grupos de inmigrantes vagando, sin techo ni comida, por Jaén y Córdoba buscando trabajo en la recogida de la aceituna. Se podría decir que ninguna imagen mejor que ésta nos recuerda “el ejército de reserva de los capitalistas” de que hablaba Marx. Pero lo que esta imagen nos muestra, no es tanto el penoso deambular de los trabajadores/as buscando trabajo, sino la misma esencia del capitalismo: el que unos pocos poseen todos los medios de producción/financiación y otros muchos sólo su fuerza de trabajo que deben vender para subsistir. Sin embargo, en nuestra sociedad, poco importa esta condición de mercancía del trabajo que el empresario compra. Por cualquier precio se venderían los inmigrantes con tal de que les diesen un puesto de trabajo en la aceituna. Lo perverso del sistema aparece en que no tiene trabajo para ellos, porque con anterioridad, los tajos han sido ya ocupados por otros trabajadores, los de la construcción, que ante el derrumbe de la misma, no han tenido más remedio que volver a trabajos que anteriormente no querían. En nuestra sociedad el trabajo, en general, es un bien tan escaso, que cada vez cuesta más tenerlo. Y la línea divisoria está no sólo entre los que tienen trabajo o están parados, sino también entre los que gozan de un contrato fijo o sólo eventual y precario. El trabajo se ha precarizado hoy tanto que sólo se utiliza para el momento que se necesita: unos meses, unas semanas, los lunes o unas horas al día. Trabajadores justo a tiempo (just in time workers, que dicen los ingleses). En España, en 2007, más del 45 % de los trabajadores entre los 25 y 30 años tienen un contrato temporal, el doble que la media europea. El trabajo como una mercancía que denunciaba Marx en su tiempo vale cada vez menos, se de-precia y des-precia hoy cada vez más. ¿Por qué? Lo describe Carlos Fuentes en su novela Todas las familias felices: El patrón, Leonardo Barroso, decía: “Mira, Abel. Aquí no hay trabajadores imprescindibles. Con las tecnologías modernas la producción crece y el trabajador decrece”. Se calcula que, en España a principios del año 2009, se llegará a 3 millones de parados, al 13 % de los ocupados.
3.- La tasa de explotación y la tasa de ganancia
Los trabajadores que tienen la suerte de ocupar un puesto de trabajo, se verán más explotados todavía en el mismo trabajo. El miedo a perderlo les hará pasar por no cobrar todo el salario pactado o cobrarlo con retraso, a soportar la prolongación de la jornada y trabajar más horas sin cobrarlas, o a trabajar a un ritmo más intenso por los controles de tiempo o el aumento del rendimiento por la incorporación de maquinaria más perfecta etc. Pues bien, esa explotación del trabajador/a en el puesto de trabajo Marx ya la analizó, describiéndola como plusvalía o tasa de explotación. La plusvalía es el tiempo de trabajo suplementario que el obrero realiza para reproducir su fuerza de trabajo o ganar su salario. Plusvalía absoluta llama Marx a la que el empresario obtiene aumentando la jornada de trabajo o su ritmo y relativa, cuando introduce nueva maquinaria, o elimina los tiempos muertos o movimientos superfluos, mejorando el alumbrado etc. Mediante esas medidas el trabajador produce más con el mismo desgaste de energía. Esta plusvalía es la característica propia de la explotación capitalista. Y ella es la fuente de la ganancia o beneficio del empresario capitalista, no la el intercambio o venta de las mercancías a un precio mayor.
Marx descubre, además, otra fuente de ganancia y beneficio capitalista, que denomina tasa de ganancia. Esta proviene de la inversión de la plusvalía y de la parte de los salarios detraídos o no pagados en la modernización constante de la maquinaria y en tecnología. Con ello aumenta su capital fijo y, por tanto, la productividad de sus trabajadores, fabricando más productos a menor precio. Cuando el Presidente de la CEOE, Gerardo Díaz, dice que hay que aumentar la productividad, a eso se refiere, a aumentar la tasa de ganancia. La búsqueda del incremento de esta tasa de ganancia a costa del trabajador/a es el motor de todas las empresas y de toda la economía capitalista. Toda empresa se ve empujada por la competencia de los otros empresarios a obtener mayores beneficios o mayor tasa de ganancia, invirtiendo en maquinaria y tecnología o capital fijo. Por ello la producción crecerá y el trabajador/a decrecerá, como decía el patrón Leonardo Barroso.
4.- El talón de Aquiles de de la economía capitalista
Marx demuestra que ahí precisamente radica el talón de Aquiles de la economía capitalista. Porque si el aumento de la tasa de ganancia se basa en el crecimiento del capital fijo (gastos en maquinaria, organización, energía, edificios) y la consiguiente sustitución del trabajador, que crea la plusvalía, por las máquinas, esto irremediablemente provocará la caída de la tasa de ganancia, ya que ésta se compone del capital constante, más la plusvalía y los salarios. Este capitalista se quedará detrás de la competencia, porque aunque prescinde de los costes salariales, se priva también de la plusvalía y aumenta sus costes de producción en maquinaria y tecnología, por lo que ganará menos, hasta llegar un día en que no ganará nada, viéndose obligado a despedir a los trabajadores o cerrar su empresa. La competencia, la tasa de ganancia y los despidos van juntos.
Esto es lo que está ocurriendo en la crisis presente. Los casos claros del cierre de Holcim en Torredonjimeno o Cerámica Bellavista en Sevilla; las ERE de Nissan, Opel, Renault, Spanair, Frigo, UPS en Vallecas etc., etc., no significan otra cosa. Ven reducida la tasa de ganancia a menos de lo esperado y la quieren aumentar allí donde la mano de obra es más barata, es decir, se van a países donde la tasa de explotación del trabajador y la tasa de ganancia es más alta y más fácil, bien sea porque la jornada de trabajo es mayor o más intensa o porque pagan salarios inferiores etc. No les importa el empobrecimiento de las/os trabajadoras/es y del pueblo, el crecimiento del paro, el hambre, las enfermedades, la desesperación etc., que es el único rastro que van dejando por donde pasan.
5.- Concentración del capital, aumento de los empobrecidos
Sin embargo, unas empresas caen y otras, triunfantes, van aumentando su capital. La crisis para ellas es su oportunidad de crecimiento. Así ha ocurrido en EEUU y Europa. Desaparecieron los grandes bancos de inversión: Lehman Brothers, Merril Lynch, la aseguradoras hipotecarias AIG, Fannie Mae y Freddie Mac, el financiero Bernard Madoff etc., han crecido, en cambio, el Bank of America y Citygroup. En Europa el banco belga Fortis es engullido por BNP Paribas, el Commerzerbank de Alemania es parcialmente nacionalizado. En España han caído las grandes empresas inmobiliarias: Acroc, Colonial, Metrovacesa, Martin-Fadesa, Habitat, y ganan las inmobiliarias de los bancos. Los Bancos Santander y BBVA está ya haciendo sus cálculos de compra. En definitiva, el número de empresas se reduce al concentrarse el capital en manos de un número menor de multinacionales. Los capitalistas se devoran unos a otros. China, India, Brasil, Arabia Saudí están esperando su oportunidad para tomar el relevo de EEUU, Europa y Japón. Al mismo tiempo, crece una masa cada vez más numerosa de proletarios, la clase media se reduce y pauperiza, va engrosando el número de parados, de hambrientos, de los expulsados por el sistema, “el ejército de obreros” que decía Bertolt Brecht
“El comerciante, campesino y artesano descienden al proletariado/, en parte porque su pequeña fortuna no basta para adquirir nuevas máquinas,/ o sea porque la devaluación devora sus pequeños ahorros,/y en parte porque los nuevos modos de fabricación no requieren ya su habilidad/. Todos se ven expulsados así de la oficina, el taller y el granero/y se convierten en reclutas, en el ejército de obreros” (Manifiesto comunista en verso).
Por tanto, si el objetivo final de las multinacionales consiste en despedir a los trabajadores en masa para hacer el mismo trabajo con menos personas, si además se bajan los salarios y ese ejército de parados no consume porque no tiene poder de compra ¿a quién van a venderles los capitalistas sus mercancías? La crisis capitalista consiste fundamentalmente, decía Marx, en una crisis de sobreproducción, sobreacumulación o sobrecapacidad que siempre lleva consigo una crisis de consumo. “La sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio”, pero “la situación del obrero moderno lejos de mejorar conforme progresa la industria, decae y empeora por debajo del nivel de su propia clase. El obrero se depaupera y el pauperismo se desarrolla en proporciones mucho mayores que la población y la riqueza…Lo que prueba la incapacidad de la burguesía para gobernar, porque es incapaz de garantizar a sus esclavos la existencia ni aún dentro de su esclavitud…Por lo que a la par que avanza, se cava su fosa y cría sus propios enterradores” (Manifiesto)”.
6.- Medidas marxistas para solucionar la crisis
¿Ofrece Marx, además del diagnóstico certero del capitalismo, soluciones concretas a la presente crisis económico-financiera? Tanto Marx como Engels propusieron medidas concretas al capitalismo de su tiempo, algunas de las cuales pueden aplicarse a nuestra crisis actual. Actualizándolas podemos proponer este grupo de medidas.
1ª. Estado frente a mercado. El sistema capitalista tiene una ingente capacidad productiva, pero desordenada y ciega que el mercado no puede regular. La crisis actual manifiesta que no existe “la mano invisible” de A.Smith que lo regule el mercado. Por ello, se hace necesaria una planificación democrática del mismo, mediante la intervención del Estado, porque, como vemos, el Estado no es el problema, como decía Reagan, si no la solución. Para corregir el vicio original del capitalismo, es decir, que unos posean todos los medios de producción y otros sólo sus brazos o fuerza de trabajo, Marx y Engels propusieron la abolición de esta propiedad privada de los medios de producción, en beneficio de una propiedad social de estos medios en manos del Estado. Sin embargo, mientras tanto se alcanza esa meta, se proponen estas medidas concretas:a) Nacionalización del crédito total de la nación, tal como parcialmente se está llevando a cabo en EEUU, Inglaterra, Alemania, poniendo en práctica esta media marxista, tan contraria a los principios neoliberales capitalistas. Medida que se completa con la regulación de los mercados financieros privados, la imposición de la tasa Tobin para las transacciones financieras internacionales y la total Eliminación de todos los paraísos fiscales.b) Nacionalización de los transportes y de la energía.c) Una renta básica para los/as trabajadores/as. Hasta ahora lo que los Estados están haciendo es proteger a los bancos, nacionalizando las pérdidas. Es hora de mirar al pueblo. Si hay millones para inyectar liquidez, debe haberlo también para que todos/as tengan unas condiciones de vida digna. Por ello, se propone que los/as trabajadores/as que no lleguen a un límite de ingresos anuales (en España, por ej., los que están exentos de declarar el IRPF) reciban del Estado una renta básica anual que garantice esas condiciones. Según los autores se estima en unos 5.500 € anuales (Daniel Raventós). Renta básica que se recoge en algunos Estatutos de autonomía, como el andaluz, en su art. 23,2. Con esta gasto social, unido al aumento de los salarios, el consumo crecerá y con él la actividad empresarial.
2ª.- Intervención pública y ecológicamente sostenible de la economía. El hundimiento del sistema financiero, con la paralización del crédito por los bancos, a pesar de las enormes cantidades de liquidez inyectadas, demuestra que, en momentos de crisis, la iniciativa privada no funciona. Para disminuir el paro es necesario reactivar la economía y si la empresa privada no responde, será necesario que sea la inversión pública quien la dinamice, como está ocurriendo ya en EEUU y fue una de las medidas keynesianas propuestas para salir de la crisis de la II Guerra mundial. Esta inversión deberá será ecológicamente sostenible.a) Inversión pública en infraestructuras, especialmente en tecnología del agua y energías renovables. Inversión que puede concretarse en planes de fomento de energías renovables, reduciendo la dependencia del petroleo. Planes de vehículos ecológicos, planes de rehabilitación energética de edificios con energías renovables, que reduzcan el consumo energético. Plan de transportes públicos frente al coche privado, del ferrocarril frente al camión, ferrocarril también de cercanías y no sólo el AVE, etc.b) Inversión pública en enseñanza pública e investigación (I+D+i). Anulación de las subvenciones a la enseñanza privada. De este modo se preparará a nuevas generaciones para un trabajo de calidad y se aumentarán los puestos de trabajo en enseñanza.c) Inversiones en sanidad y salud pública, potenciando la atención especializada y hospitalaria, disminuyendo las listas de espera.d) Inversión en regulación financiera, en inspección de hacienda para eliminar el fraude fiscal, en inspección de trabajo para que las empresas cumplan con sus obligaciones contractuales y de seguridad, etc.
3ª.- Interés social de la economía por encima del beneficio privado. La mayor tasa de ganancia o beneficio es el fin de toda empresa capitalista. Marx propone dos medidas para que la tasa de ganancia no sea a expensas del trabajador/a. Primera, que por el salario se pague no sólo la fuerza de trabajo sino también todo el valor que crea el mismo trabajo y, en segundo lugar, que se elimine toda plusvalía (absoluta y relativa) o tasa de explotación del trabajador/a. Mientras se llega a ese ideal, proponemos:a) La desaparición de toda la legislación laboral contraria a los intereses de los trabajadores/as: contratación temporal, en prácticas, a tiempo parcial etc. Se vuelva a los contratos colectivos con personal fijo, tras un período de prueba, de 8 horas y 35 semanales, con descanso de un mes natural, con pagas de horas extras y nocturnas.b) Una subida del Sueldo mínimo interprofesional (SMIG) al doble de lo actual: 1250 €. Keynes decía que en época de deflación vale más mirar a las personas que a la masa monetaria, por ello ésta fue otra de sus medidas para salir de la crisis de la II Guerra mundial.c) Mayores exigencias para los despidos colectivos. Que las ERE sólo la permita el Estado, como garante de la legalidad, en casos de pérdidas económicas, por lo que debe modificarse la redacción de los arts. 51,1 & 5, 51,5 y 6 y 52, apartado c).d) Ampliación e incremento de la protección por desempleo, que el período de prestación cubra de uno a cuatro años, en vez de 3 meses a dos años. Y que se cobre el 100% durante el primer año y el 80% a partir del mismo.
4ª El derecho para todos a una vivienda digna.
No hay vivientes humanos sin vivienda, por ello nuestra Constitución dispone que: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho” (art.47). Para hacer efectivo este derecho se propone:a) Nacionalización del suelo urbano y adquisición de toda la reserva de suelo rústico urbanizable por la Administración Pública y del suelo urbano que incumpla las previsiones de los planes urbanísticos.b) Tendencia a la expropiación de la propiedad inmueble. Que toda nueva construcción de viviendas sea una concesión estatal, por 99 años, en el suelo público.c) Cese inmediato de la privatización del parque público de viviendas de todas las Administraciones Públicas (Estado, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos).d) Orientar toda la actividad de promoción de vivienda de las Administraciones Públicas hacia la vivienda en alquiler y dedicar todo el gasto público en vivienda a dicho fin.e) Vivienda abandonada, vivienda ocupada. Despenalización por el Parlamento de la nación de la ocupación pacífica de viviendas deshabitadas (apartado 2 del artículo 245 del Código Penal).f) Expropiación de la facultad de uso, por tiempo de cinco años prorrogables, de las viviendas de propiedad privada que permanezcan desocupadas de manera habitual durante un año, para cederlas en arrendamiento con rentas equivalentes al 4% anual de su valor fiscal (2’5 veces su valor catastral) nunca superior al 20% de los ingresos del inquilino.g) Moratoria en el pago de las hipotecas cuando se produzca una situación legal de desempleo (o cierre del negocio por pérdidas en el caso de autónomos con cargas familiares) de algunos de los miembros de la unidad familiar, de suerte que la cuota hipotecaria a pagar no absorba más del 20 % de los ingresos familiares y mientras no varíe la situación familiar. Cuando ocurra, la parte impagada, se satisfacerá sin que nunca sobrepase el 20% de los ingresos de la unidad familiar.h) Aprobación de una reforma de la Ley de Arrendamientos urbanos, que reinstaure el sistema de prórroga forzosa anual de los contratos de arrendamiento de vivienda, a instancia del inquilino/a, tradicional en el derecho arrendaticio español, junto al derecho de subrogación de la pareja y de los hijos menores de treinta años.i) Mientras se aprueba esta reforma, las Administraciones públicas comprarán las viviendas, cuyos inquilinos sean amenazados de desahucio a instancias del arrendador, bien por imposibilidad probada del pago del arrendamiento o por finalización del mismo contrato, para volvérselas a arrendar a esos inquilinos.
En conclusión, la crisis financiera actual está sirviendo de viento fresco que limpiará el polvo acumulado sobre la figura de Marx y gracias a ella podremos volver a descubrir el alcance de su pensamiento, que nos señala la perversidad interna del capitalismo y , al mismo tiempo, el camino para superarlo.
Antonio Moreno de la FuenteCCP de Sevilla. Enero 2009
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Ante la crisis que sufrimos, todo el mundo se hace preguntas y busca respuestas ¿Cómo pudieron causar las hipotecas basura una crisis financiera mundial de tales dimensiones? ¿Cómo es posible que grandes bancos, aseguradoras y financieras hayan podido desplomarse como un castillo de naipes? Nadie tiene una respuesta convincente dentro del capitalismo, por ello se recurre a Marx que fue quien desentrañó la perversidad de los mecanismos internos del capitalismo y el primero en anunciar su fin tras una de sus numerosas y continuas crisis. Es verosímil que ese fin no esté aún a la vuelta de la esquina, pero sí es posible que el fracaso del sistema capitalista financiero, según lo han reconocido el presidente francés Sarkozy y el premio Nóbel de Economía Joseph Stitglitz, sea el principio de ese fin.
1.- El dios del beneficio
El meollo del sistema capitalista es la búsqueda de un beneficio continuo. En el mercado capitalista –dice Marx- las mercancías no tienen sólo el valor de uso por el que, mediante su intercambio, se satisfacen las necesidades humanas, sino que buscan, sobre todo, el valor de cambio que incluya siempre un aumento de valor, plusvalía o beneficio, convirtiéndose entonces en capital y a su poseedor en capitalista. Para él, es éste el principio voraz del sistema capitalista que le incita de continuo a cualquier forma de abuso, con tal de hacer valer el aspecto esencial del beneficio por encima de todo. “La fórmula general del capital, tal como se manifiesta en la circulación es, comprar para vender más caro” (El Capital, l. 1). Bellamente nos lo dice Beltolt Brecht en su “Manifiesto comunista en verso”:
“No está destinada la casa a ser habitada,Ni el paño a vestir, ni el pan está destinado sólo a ser comido:Debe aportar ganancias….Deben realizar más en la mesa de trabajoQue sólo alimentar, vestir y alojar al hombre y a los suyos,Si es que ha de haber beneficios…Y entonces lana y trigo, café y frutas y pescados y cerdos¡todo ello sacrificado en el fuego, para ablandar al dios del beneficio!
La codicia de la rentabilidad, del beneficio, expresado en dinero, es el ídolo absoluto de los capitalistas de ayer y de hoy. Lo hemos visto en el último escándalo financiero de Wall Street. Bernad L.Madoff, al igual que el banco de inversión Lehman Brothers, ofrecía a los inversores financieros beneficios del 12% anual, que sextuplicaban las ganancias de la Bolsa. Esta codicia y ansia de beneficios, altos y rápidos, cegó y trastocó la sensatez no sólo de los inversores privados sino también de respetables (¡!) bancos mundiales, del BNP Paris, del HBSC y Fortis y, en España, de los todopoderosos Santander, BBVA, Caja Madrid, La Caixa y de la empresaria Alicia Koplowitz (Publico, 21 de diciembre 2008).
Pero ¿de dónde procede este beneficio o ganancia capitalista? Y ¿por qué la condena Marx?
2.- El trabajo, mercancía escasa y depreciada hoy
La TVE nos mostró, los últimos días del pasado año, las imágenes de numerosos grupos de inmigrantes vagando, sin techo ni comida, por Jaén y Córdoba buscando trabajo en la recogida de la aceituna. Se podría decir que ninguna imagen mejor que ésta nos recuerda “el ejército de reserva de los capitalistas” de que hablaba Marx. Pero lo que esta imagen nos muestra, no es tanto el penoso deambular de los trabajadores/as buscando trabajo, sino la misma esencia del capitalismo: el que unos pocos poseen todos los medios de producción/financiación y otros muchos sólo su fuerza de trabajo que deben vender para subsistir. Sin embargo, en nuestra sociedad, poco importa esta condición de mercancía del trabajo que el empresario compra. Por cualquier precio se venderían los inmigrantes con tal de que les diesen un puesto de trabajo en la aceituna. Lo perverso del sistema aparece en que no tiene trabajo para ellos, porque con anterioridad, los tajos han sido ya ocupados por otros trabajadores, los de la construcción, que ante el derrumbe de la misma, no han tenido más remedio que volver a trabajos que anteriormente no querían. En nuestra sociedad el trabajo, en general, es un bien tan escaso, que cada vez cuesta más tenerlo. Y la línea divisoria está no sólo entre los que tienen trabajo o están parados, sino también entre los que gozan de un contrato fijo o sólo eventual y precario. El trabajo se ha precarizado hoy tanto que sólo se utiliza para el momento que se necesita: unos meses, unas semanas, los lunes o unas horas al día. Trabajadores justo a tiempo (just in time workers, que dicen los ingleses). En España, en 2007, más del 45 % de los trabajadores entre los 25 y 30 años tienen un contrato temporal, el doble que la media europea. El trabajo como una mercancía que denunciaba Marx en su tiempo vale cada vez menos, se de-precia y des-precia hoy cada vez más. ¿Por qué? Lo describe Carlos Fuentes en su novela Todas las familias felices: El patrón, Leonardo Barroso, decía: “Mira, Abel. Aquí no hay trabajadores imprescindibles. Con las tecnologías modernas la producción crece y el trabajador decrece”. Se calcula que, en España a principios del año 2009, se llegará a 3 millones de parados, al 13 % de los ocupados.
3.- La tasa de explotación y la tasa de ganancia
Los trabajadores que tienen la suerte de ocupar un puesto de trabajo, se verán más explotados todavía en el mismo trabajo. El miedo a perderlo les hará pasar por no cobrar todo el salario pactado o cobrarlo con retraso, a soportar la prolongación de la jornada y trabajar más horas sin cobrarlas, o a trabajar a un ritmo más intenso por los controles de tiempo o el aumento del rendimiento por la incorporación de maquinaria más perfecta etc. Pues bien, esa explotación del trabajador/a en el puesto de trabajo Marx ya la analizó, describiéndola como plusvalía o tasa de explotación. La plusvalía es el tiempo de trabajo suplementario que el obrero realiza para reproducir su fuerza de trabajo o ganar su salario. Plusvalía absoluta llama Marx a la que el empresario obtiene aumentando la jornada de trabajo o su ritmo y relativa, cuando introduce nueva maquinaria, o elimina los tiempos muertos o movimientos superfluos, mejorando el alumbrado etc. Mediante esas medidas el trabajador produce más con el mismo desgaste de energía. Esta plusvalía es la característica propia de la explotación capitalista. Y ella es la fuente de la ganancia o beneficio del empresario capitalista, no la el intercambio o venta de las mercancías a un precio mayor.
Marx descubre, además, otra fuente de ganancia y beneficio capitalista, que denomina tasa de ganancia. Esta proviene de la inversión de la plusvalía y de la parte de los salarios detraídos o no pagados en la modernización constante de la maquinaria y en tecnología. Con ello aumenta su capital fijo y, por tanto, la productividad de sus trabajadores, fabricando más productos a menor precio. Cuando el Presidente de la CEOE, Gerardo Díaz, dice que hay que aumentar la productividad, a eso se refiere, a aumentar la tasa de ganancia. La búsqueda del incremento de esta tasa de ganancia a costa del trabajador/a es el motor de todas las empresas y de toda la economía capitalista. Toda empresa se ve empujada por la competencia de los otros empresarios a obtener mayores beneficios o mayor tasa de ganancia, invirtiendo en maquinaria y tecnología o capital fijo. Por ello la producción crecerá y el trabajador/a decrecerá, como decía el patrón Leonardo Barroso.
4.- El talón de Aquiles de de la economía capitalista
Marx demuestra que ahí precisamente radica el talón de Aquiles de la economía capitalista. Porque si el aumento de la tasa de ganancia se basa en el crecimiento del capital fijo (gastos en maquinaria, organización, energía, edificios) y la consiguiente sustitución del trabajador, que crea la plusvalía, por las máquinas, esto irremediablemente provocará la caída de la tasa de ganancia, ya que ésta se compone del capital constante, más la plusvalía y los salarios. Este capitalista se quedará detrás de la competencia, porque aunque prescinde de los costes salariales, se priva también de la plusvalía y aumenta sus costes de producción en maquinaria y tecnología, por lo que ganará menos, hasta llegar un día en que no ganará nada, viéndose obligado a despedir a los trabajadores o cerrar su empresa. La competencia, la tasa de ganancia y los despidos van juntos.
Esto es lo que está ocurriendo en la crisis presente. Los casos claros del cierre de Holcim en Torredonjimeno o Cerámica Bellavista en Sevilla; las ERE de Nissan, Opel, Renault, Spanair, Frigo, UPS en Vallecas etc., etc., no significan otra cosa. Ven reducida la tasa de ganancia a menos de lo esperado y la quieren aumentar allí donde la mano de obra es más barata, es decir, se van a países donde la tasa de explotación del trabajador y la tasa de ganancia es más alta y más fácil, bien sea porque la jornada de trabajo es mayor o más intensa o porque pagan salarios inferiores etc. No les importa el empobrecimiento de las/os trabajadoras/es y del pueblo, el crecimiento del paro, el hambre, las enfermedades, la desesperación etc., que es el único rastro que van dejando por donde pasan.
5.- Concentración del capital, aumento de los empobrecidos
Sin embargo, unas empresas caen y otras, triunfantes, van aumentando su capital. La crisis para ellas es su oportunidad de crecimiento. Así ha ocurrido en EEUU y Europa. Desaparecieron los grandes bancos de inversión: Lehman Brothers, Merril Lynch, la aseguradoras hipotecarias AIG, Fannie Mae y Freddie Mac, el financiero Bernard Madoff etc., han crecido, en cambio, el Bank of America y Citygroup. En Europa el banco belga Fortis es engullido por BNP Paribas, el Commerzerbank de Alemania es parcialmente nacionalizado. En España han caído las grandes empresas inmobiliarias: Acroc, Colonial, Metrovacesa, Martin-Fadesa, Habitat, y ganan las inmobiliarias de los bancos. Los Bancos Santander y BBVA está ya haciendo sus cálculos de compra. En definitiva, el número de empresas se reduce al concentrarse el capital en manos de un número menor de multinacionales. Los capitalistas se devoran unos a otros. China, India, Brasil, Arabia Saudí están esperando su oportunidad para tomar el relevo de EEUU, Europa y Japón. Al mismo tiempo, crece una masa cada vez más numerosa de proletarios, la clase media se reduce y pauperiza, va engrosando el número de parados, de hambrientos, de los expulsados por el sistema, “el ejército de obreros” que decía Bertolt Brecht
“El comerciante, campesino y artesano descienden al proletariado/, en parte porque su pequeña fortuna no basta para adquirir nuevas máquinas,/ o sea porque la devaluación devora sus pequeños ahorros,/y en parte porque los nuevos modos de fabricación no requieren ya su habilidad/. Todos se ven expulsados así de la oficina, el taller y el granero/y se convierten en reclutas, en el ejército de obreros” (Manifiesto comunista en verso).
Por tanto, si el objetivo final de las multinacionales consiste en despedir a los trabajadores en masa para hacer el mismo trabajo con menos personas, si además se bajan los salarios y ese ejército de parados no consume porque no tiene poder de compra ¿a quién van a venderles los capitalistas sus mercancías? La crisis capitalista consiste fundamentalmente, decía Marx, en una crisis de sobreproducción, sobreacumulación o sobrecapacidad que siempre lleva consigo una crisis de consumo. “La sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio”, pero “la situación del obrero moderno lejos de mejorar conforme progresa la industria, decae y empeora por debajo del nivel de su propia clase. El obrero se depaupera y el pauperismo se desarrolla en proporciones mucho mayores que la población y la riqueza…Lo que prueba la incapacidad de la burguesía para gobernar, porque es incapaz de garantizar a sus esclavos la existencia ni aún dentro de su esclavitud…Por lo que a la par que avanza, se cava su fosa y cría sus propios enterradores” (Manifiesto)”.
6.- Medidas marxistas para solucionar la crisis
¿Ofrece Marx, además del diagnóstico certero del capitalismo, soluciones concretas a la presente crisis económico-financiera? Tanto Marx como Engels propusieron medidas concretas al capitalismo de su tiempo, algunas de las cuales pueden aplicarse a nuestra crisis actual. Actualizándolas podemos proponer este grupo de medidas.
1ª. Estado frente a mercado. El sistema capitalista tiene una ingente capacidad productiva, pero desordenada y ciega que el mercado no puede regular. La crisis actual manifiesta que no existe “la mano invisible” de A.Smith que lo regule el mercado. Por ello, se hace necesaria una planificación democrática del mismo, mediante la intervención del Estado, porque, como vemos, el Estado no es el problema, como decía Reagan, si no la solución. Para corregir el vicio original del capitalismo, es decir, que unos posean todos los medios de producción y otros sólo sus brazos o fuerza de trabajo, Marx y Engels propusieron la abolición de esta propiedad privada de los medios de producción, en beneficio de una propiedad social de estos medios en manos del Estado. Sin embargo, mientras tanto se alcanza esa meta, se proponen estas medidas concretas:a) Nacionalización del crédito total de la nación, tal como parcialmente se está llevando a cabo en EEUU, Inglaterra, Alemania, poniendo en práctica esta media marxista, tan contraria a los principios neoliberales capitalistas. Medida que se completa con la regulación de los mercados financieros privados, la imposición de la tasa Tobin para las transacciones financieras internacionales y la total Eliminación de todos los paraísos fiscales.b) Nacionalización de los transportes y de la energía.c) Una renta básica para los/as trabajadores/as. Hasta ahora lo que los Estados están haciendo es proteger a los bancos, nacionalizando las pérdidas. Es hora de mirar al pueblo. Si hay millones para inyectar liquidez, debe haberlo también para que todos/as tengan unas condiciones de vida digna. Por ello, se propone que los/as trabajadores/as que no lleguen a un límite de ingresos anuales (en España, por ej., los que están exentos de declarar el IRPF) reciban del Estado una renta básica anual que garantice esas condiciones. Según los autores se estima en unos 5.500 € anuales (Daniel Raventós). Renta básica que se recoge en algunos Estatutos de autonomía, como el andaluz, en su art. 23,2. Con esta gasto social, unido al aumento de los salarios, el consumo crecerá y con él la actividad empresarial.
2ª.- Intervención pública y ecológicamente sostenible de la economía. El hundimiento del sistema financiero, con la paralización del crédito por los bancos, a pesar de las enormes cantidades de liquidez inyectadas, demuestra que, en momentos de crisis, la iniciativa privada no funciona. Para disminuir el paro es necesario reactivar la economía y si la empresa privada no responde, será necesario que sea la inversión pública quien la dinamice, como está ocurriendo ya en EEUU y fue una de las medidas keynesianas propuestas para salir de la crisis de la II Guerra mundial. Esta inversión deberá será ecológicamente sostenible.a) Inversión pública en infraestructuras, especialmente en tecnología del agua y energías renovables. Inversión que puede concretarse en planes de fomento de energías renovables, reduciendo la dependencia del petroleo. Planes de vehículos ecológicos, planes de rehabilitación energética de edificios con energías renovables, que reduzcan el consumo energético. Plan de transportes públicos frente al coche privado, del ferrocarril frente al camión, ferrocarril también de cercanías y no sólo el AVE, etc.b) Inversión pública en enseñanza pública e investigación (I+D+i). Anulación de las subvenciones a la enseñanza privada. De este modo se preparará a nuevas generaciones para un trabajo de calidad y se aumentarán los puestos de trabajo en enseñanza.c) Inversiones en sanidad y salud pública, potenciando la atención especializada y hospitalaria, disminuyendo las listas de espera.d) Inversión en regulación financiera, en inspección de hacienda para eliminar el fraude fiscal, en inspección de trabajo para que las empresas cumplan con sus obligaciones contractuales y de seguridad, etc.
3ª.- Interés social de la economía por encima del beneficio privado. La mayor tasa de ganancia o beneficio es el fin de toda empresa capitalista. Marx propone dos medidas para que la tasa de ganancia no sea a expensas del trabajador/a. Primera, que por el salario se pague no sólo la fuerza de trabajo sino también todo el valor que crea el mismo trabajo y, en segundo lugar, que se elimine toda plusvalía (absoluta y relativa) o tasa de explotación del trabajador/a. Mientras se llega a ese ideal, proponemos:a) La desaparición de toda la legislación laboral contraria a los intereses de los trabajadores/as: contratación temporal, en prácticas, a tiempo parcial etc. Se vuelva a los contratos colectivos con personal fijo, tras un período de prueba, de 8 horas y 35 semanales, con descanso de un mes natural, con pagas de horas extras y nocturnas.b) Una subida del Sueldo mínimo interprofesional (SMIG) al doble de lo actual: 1250 €. Keynes decía que en época de deflación vale más mirar a las personas que a la masa monetaria, por ello ésta fue otra de sus medidas para salir de la crisis de la II Guerra mundial.c) Mayores exigencias para los despidos colectivos. Que las ERE sólo la permita el Estado, como garante de la legalidad, en casos de pérdidas económicas, por lo que debe modificarse la redacción de los arts. 51,1 & 5, 51,5 y 6 y 52, apartado c).d) Ampliación e incremento de la protección por desempleo, que el período de prestación cubra de uno a cuatro años, en vez de 3 meses a dos años. Y que se cobre el 100% durante el primer año y el 80% a partir del mismo.
4ª El derecho para todos a una vivienda digna.
No hay vivientes humanos sin vivienda, por ello nuestra Constitución dispone que: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho” (art.47). Para hacer efectivo este derecho se propone:a) Nacionalización del suelo urbano y adquisición de toda la reserva de suelo rústico urbanizable por la Administración Pública y del suelo urbano que incumpla las previsiones de los planes urbanísticos.b) Tendencia a la expropiación de la propiedad inmueble. Que toda nueva construcción de viviendas sea una concesión estatal, por 99 años, en el suelo público.c) Cese inmediato de la privatización del parque público de viviendas de todas las Administraciones Públicas (Estado, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos).d) Orientar toda la actividad de promoción de vivienda de las Administraciones Públicas hacia la vivienda en alquiler y dedicar todo el gasto público en vivienda a dicho fin.e) Vivienda abandonada, vivienda ocupada. Despenalización por el Parlamento de la nación de la ocupación pacífica de viviendas deshabitadas (apartado 2 del artículo 245 del Código Penal).f) Expropiación de la facultad de uso, por tiempo de cinco años prorrogables, de las viviendas de propiedad privada que permanezcan desocupadas de manera habitual durante un año, para cederlas en arrendamiento con rentas equivalentes al 4% anual de su valor fiscal (2’5 veces su valor catastral) nunca superior al 20% de los ingresos del inquilino.g) Moratoria en el pago de las hipotecas cuando se produzca una situación legal de desempleo (o cierre del negocio por pérdidas en el caso de autónomos con cargas familiares) de algunos de los miembros de la unidad familiar, de suerte que la cuota hipotecaria a pagar no absorba más del 20 % de los ingresos familiares y mientras no varíe la situación familiar. Cuando ocurra, la parte impagada, se satisfacerá sin que nunca sobrepase el 20% de los ingresos de la unidad familiar.h) Aprobación de una reforma de la Ley de Arrendamientos urbanos, que reinstaure el sistema de prórroga forzosa anual de los contratos de arrendamiento de vivienda, a instancia del inquilino/a, tradicional en el derecho arrendaticio español, junto al derecho de subrogación de la pareja y de los hijos menores de treinta años.i) Mientras se aprueba esta reforma, las Administraciones públicas comprarán las viviendas, cuyos inquilinos sean amenazados de desahucio a instancias del arrendador, bien por imposibilidad probada del pago del arrendamiento o por finalización del mismo contrato, para volvérselas a arrendar a esos inquilinos.
En conclusión, la crisis financiera actual está sirviendo de viento fresco que limpiará el polvo acumulado sobre la figura de Marx y gracias a ella podremos volver a descubrir el alcance de su pensamiento, que nos señala la perversidad interna del capitalismo y , al mismo tiempo, el camino para superarlo.
Antonio Moreno de la FuenteCCP de Sevilla. Enero 2009
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sábado, 14 de febrero de 2009
BANCOS CENTRALES
Pura ideología
Juan Torres López
El Plural
Si en estos momentos de debacle económica hay quienes deberían callar con más justificación que nadie son, sin duda, los bancos centrales.
Con todo el poder en sus manos no han sido capaces de evitar el desastre. Con los que se jactan de ser los mejores equipos de estudios económicos a su servicio ni de lejos adivinaron lo que se nos venía encima. Habiendo adquirido la independencia a costa de provocar una quiebra histórica en los principios del estado democrático moderno, no han sabido utilizarla sino para ser cómplices de los que han provocado una crisis que terminará seguramente por alcanzar una magnitud sin precedentes. A la vista está, como en Estados Unidos, su corresponsabilidad en la gestión de la crisis.
El caso de los bancos centrales de nuestros días es verdaderamente sorprendente: se trata de instituciones a las que se les da cada vez más poder a pesar de que no aciertan en sus pronósticos; a pesar de que no son eficaces a la hora de lograr sus objetivos (ni siquiera en el de la lucha contra la inflación cuando han sido independientes, como ha sido demostrado); a pesar de que han sido concausantes o corresponsables de las crisis más severas que se han conocido en la historia económica; a pesar de que predican una cosa y constantemente hacen lo contrario (como cuando reclaman mercados libres y favorecen la concentración y los privilegios de los banqueros y los financieros). Se les concede un estatuto de tecnócratas apolíticos cuando es una evidencia clamorosa que sus decisiones tienen efectos inmediatos sobre la distribución de la renta y la riqueza y que a quien atienden con preferencia y a quienes favorecen directamente es siempre a los más ricos. Y se les da un reconocimiento teórico singular a pesar de que sus principios esenciales no solo carecen del respaldo empírico básico que es consustancial a las ideas científicas sino que son constantemente puestos en cuestión por la tozuda realidad de los hechos. Basta ir hacia atrás y comprobar hasta qué punto trabajan habitualmente con predicciones completamente erradas.
Los bancos centrales se han convertido en instituciones al servicio del status quo financiero recurriendo para ello a una retórica manida, a la prédica constante del rosario de prejuicios liberales que no tienen otro efecto que producir un reparto cada vez más injusto de la renta. Basta ver dónde terminan sus gobernadores y dirigentes cuando terminan sus mandatos.
Sea cual sea la coyuntura, sea cual sea la situación económica, bien que crezca la actividad económica, bien que se reduzca, no habrá consignas de los bancos centrales que no sean las de reducir salarios, dejar que los más poderosos tengan cada vez más libertad en los mercados, reducir el gasto público, privatizar al máximo, aliviar la carga fiscal de los más ricos, reducir los gastos sociales, eliminar al máximo la protección de los trabajadores... ¡siempre lo mismo!
Los bancos centrales han conducido el vehículo de la economía que les ha correspondido sin espejo retrovisor, con una sola marcha, sin ser conscientes de los demás que circulaban a su alrededor, y lo que es peor, mirando siempre en la misma dirección con independencia de cuál era el camino y los vericuetos por donde iban transitando. Así hasta que nos han estrellado a todos y sin que hasta el último momento hayan sido capaces de detectar el más mínimo peligro, como si nada hubiera estado pasando.
Ahora vuelven con lo mismo. Como siempre, sea lo que sea que esté ocurriendo.
Aquí, como en otros sitios, una vez más el gobernador del Banco de España sale con lo de siempre. En román paladino, que hay echar aún más carga sobre los trabajadores.
Un Premio Nobel de Economía que no es nada sospechoso de izquierdismo, Robert Solow, decía días atrás que lo que España necesita no es flexibilizar los mercados laborales sino tecnología. ¡Es evidente!... salvo para el banco de España.
Sus sesudos y bien pagados economistas no pueden concluir otra cosa que no sea la de abaratar los costes del trabajo, la estrategia de competir como pobres y empobreciéndonos. Que es la situación a la que nos ha llevado, precisamente, la política que están logrando imponer desde hace años, para regusto de los grandes capitales que en España vienen haciendo el agosto sin que al Banco de España se le ocurra pensar que se genera así un modelo que es materialmente insostenible a medio plazo, si no incluso a corto.
Los bancos centrales se han convertido en instituciones empoderadas en el error, en un error que cuesta mucho sufrimiento social y grandes pérdidas económicas.
En lugar de dejarles pontificar libremente sin que nadie pueda osar criticarlos, los bancos centrales deberían empezar a estar sometidos a mucho mayor control. Empezando, por ejemplo, por la publicidad de sus actas y terminando por ponerlos al servicio de las políticas definidas democráticamente y no de las que solo responden a las preferencias de los privilegiados que pueden influir en sus responsables. Y continuando incluso por el establecimiento de garantías para que sus gabinetes de estudio no sean simples manifestaciones del sectarismo ideológico, como sabe perfectamente que ocurre cualquiera que conozca sus entresijos; sencillamente, para que dentro de ellos hubiera pluralidad de pensamiento y responsabilidad ante el desacierto constante.
Antes de querer seguir siendo los brujos de la aldea, lo primero que tendrían que hacer los responsables de los bancos centrales es analizar críticamente lo que han venido diciendo hasta ahora y reconocer que sus teorías han fallado, que sus principios han resultado falsos y equivocados y que nada de lo que han venido diciendo que había que hacer y que se ha hecho ha logrado los objetivos que se decía perseguir.
¿Donde está la estabilidad de los mercados, dónde el crecimiento sostenido, dónde las virtudes de lo privado y la inutilidad de los público?
La patética e impotente intervención masiva de los bancos centrales solo para echarle una mano más a quienes han desatado la crisis, poniendo a disposición de los bancos los recursos billonarios que en mucha menor cantidad han tratado siempre de evitar que se dirijan a proyectos y políticas sociales, ha sido la última puesta en escena de su perversa y lamentable trayectoria política e ideológica.
Los bancos centrales asustan. Pueden hacerlo. Disponen de mucho poder, del suyo propio y del que le prestan los que se benefician de los prejuicios ideológicos que logran que se pongan en práctica. Por eso hablan como hablan. Por eso pueden permitirse aparecer como si estuvieran por encima del bien y del mal, como técnicos asépticos a quien nadie puede llevar la contraria.
Frente a ellos, los gobiernos tienen la legitimidad del voto y no deberían renunciar a poner en marcha las políticas que prefieran las mayorías que los mantienen. Cuando se doblegan ante los santones de la religión liberal, como ha ocurrido tantas veces, perdemos todos.
Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada (Universidad de Sevilla). Su página web: http://www.juantorreslopez.com
Juan Torres López
El Plural
Si en estos momentos de debacle económica hay quienes deberían callar con más justificación que nadie son, sin duda, los bancos centrales.
Con todo el poder en sus manos no han sido capaces de evitar el desastre. Con los que se jactan de ser los mejores equipos de estudios económicos a su servicio ni de lejos adivinaron lo que se nos venía encima. Habiendo adquirido la independencia a costa de provocar una quiebra histórica en los principios del estado democrático moderno, no han sabido utilizarla sino para ser cómplices de los que han provocado una crisis que terminará seguramente por alcanzar una magnitud sin precedentes. A la vista está, como en Estados Unidos, su corresponsabilidad en la gestión de la crisis.
El caso de los bancos centrales de nuestros días es verdaderamente sorprendente: se trata de instituciones a las que se les da cada vez más poder a pesar de que no aciertan en sus pronósticos; a pesar de que no son eficaces a la hora de lograr sus objetivos (ni siquiera en el de la lucha contra la inflación cuando han sido independientes, como ha sido demostrado); a pesar de que han sido concausantes o corresponsables de las crisis más severas que se han conocido en la historia económica; a pesar de que predican una cosa y constantemente hacen lo contrario (como cuando reclaman mercados libres y favorecen la concentración y los privilegios de los banqueros y los financieros). Se les concede un estatuto de tecnócratas apolíticos cuando es una evidencia clamorosa que sus decisiones tienen efectos inmediatos sobre la distribución de la renta y la riqueza y que a quien atienden con preferencia y a quienes favorecen directamente es siempre a los más ricos. Y se les da un reconocimiento teórico singular a pesar de que sus principios esenciales no solo carecen del respaldo empírico básico que es consustancial a las ideas científicas sino que son constantemente puestos en cuestión por la tozuda realidad de los hechos. Basta ir hacia atrás y comprobar hasta qué punto trabajan habitualmente con predicciones completamente erradas.
Los bancos centrales se han convertido en instituciones al servicio del status quo financiero recurriendo para ello a una retórica manida, a la prédica constante del rosario de prejuicios liberales que no tienen otro efecto que producir un reparto cada vez más injusto de la renta. Basta ver dónde terminan sus gobernadores y dirigentes cuando terminan sus mandatos.
Sea cual sea la coyuntura, sea cual sea la situación económica, bien que crezca la actividad económica, bien que se reduzca, no habrá consignas de los bancos centrales que no sean las de reducir salarios, dejar que los más poderosos tengan cada vez más libertad en los mercados, reducir el gasto público, privatizar al máximo, aliviar la carga fiscal de los más ricos, reducir los gastos sociales, eliminar al máximo la protección de los trabajadores... ¡siempre lo mismo!
Los bancos centrales han conducido el vehículo de la economía que les ha correspondido sin espejo retrovisor, con una sola marcha, sin ser conscientes de los demás que circulaban a su alrededor, y lo que es peor, mirando siempre en la misma dirección con independencia de cuál era el camino y los vericuetos por donde iban transitando. Así hasta que nos han estrellado a todos y sin que hasta el último momento hayan sido capaces de detectar el más mínimo peligro, como si nada hubiera estado pasando.
Ahora vuelven con lo mismo. Como siempre, sea lo que sea que esté ocurriendo.
Aquí, como en otros sitios, una vez más el gobernador del Banco de España sale con lo de siempre. En román paladino, que hay echar aún más carga sobre los trabajadores.
Un Premio Nobel de Economía que no es nada sospechoso de izquierdismo, Robert Solow, decía días atrás que lo que España necesita no es flexibilizar los mercados laborales sino tecnología. ¡Es evidente!... salvo para el banco de España.
Sus sesudos y bien pagados economistas no pueden concluir otra cosa que no sea la de abaratar los costes del trabajo, la estrategia de competir como pobres y empobreciéndonos. Que es la situación a la que nos ha llevado, precisamente, la política que están logrando imponer desde hace años, para regusto de los grandes capitales que en España vienen haciendo el agosto sin que al Banco de España se le ocurra pensar que se genera así un modelo que es materialmente insostenible a medio plazo, si no incluso a corto.
Los bancos centrales se han convertido en instituciones empoderadas en el error, en un error que cuesta mucho sufrimiento social y grandes pérdidas económicas.
En lugar de dejarles pontificar libremente sin que nadie pueda osar criticarlos, los bancos centrales deberían empezar a estar sometidos a mucho mayor control. Empezando, por ejemplo, por la publicidad de sus actas y terminando por ponerlos al servicio de las políticas definidas democráticamente y no de las que solo responden a las preferencias de los privilegiados que pueden influir en sus responsables. Y continuando incluso por el establecimiento de garantías para que sus gabinetes de estudio no sean simples manifestaciones del sectarismo ideológico, como sabe perfectamente que ocurre cualquiera que conozca sus entresijos; sencillamente, para que dentro de ellos hubiera pluralidad de pensamiento y responsabilidad ante el desacierto constante.
Antes de querer seguir siendo los brujos de la aldea, lo primero que tendrían que hacer los responsables de los bancos centrales es analizar críticamente lo que han venido diciendo hasta ahora y reconocer que sus teorías han fallado, que sus principios han resultado falsos y equivocados y que nada de lo que han venido diciendo que había que hacer y que se ha hecho ha logrado los objetivos que se decía perseguir.
¿Donde está la estabilidad de los mercados, dónde el crecimiento sostenido, dónde las virtudes de lo privado y la inutilidad de los público?
La patética e impotente intervención masiva de los bancos centrales solo para echarle una mano más a quienes han desatado la crisis, poniendo a disposición de los bancos los recursos billonarios que en mucha menor cantidad han tratado siempre de evitar que se dirijan a proyectos y políticas sociales, ha sido la última puesta en escena de su perversa y lamentable trayectoria política e ideológica.
Los bancos centrales asustan. Pueden hacerlo. Disponen de mucho poder, del suyo propio y del que le prestan los que se benefician de los prejuicios ideológicos que logran que se pongan en práctica. Por eso hablan como hablan. Por eso pueden permitirse aparecer como si estuvieran por encima del bien y del mal, como técnicos asépticos a quien nadie puede llevar la contraria.
Frente a ellos, los gobiernos tienen la legitimidad del voto y no deberían renunciar a poner en marcha las políticas que prefieran las mayorías que los mantienen. Cuando se doblegan ante los santones de la religión liberal, como ha ocurrido tantas veces, perdemos todos.
Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada (Universidad de Sevilla). Su página web: http://www.juantorreslopez.com
sábado, 3 de enero de 2009
Por qué el desempleo es mayor en la Unión Europea que en EE.UU.
Vicenç Navarro
Si usted lee las revistas económicas o las páginas económicas de la prensa diaria de los países de la Unión Europea (UE.), incluyendo las de España, verá gran número de artículos de economistas liberales que atribuyen el elevado desempleo en la mayoría de países de la UE a una supuesta “rigidez” de los mercados laborales europeos y a lo que consideran ser una “excesiva” generosidad de la protección social en aquellos países. Lo que hay que hacer para disminuir tan elevado desempleo es, según tales autores, seguir el “modelo liberal” de EE.UU., es decir, desregular los mercados de trabajo (disminuyendo los costes del despido del trabajador, entre otras medidas desreguladoras) y reducir la protección social, tal como hace EE.UU., donde el gasto público social (18% del PIB) es mucho más bajo que el promedio de los países de la Unión Europea de los Quince (28%). La desregulación de los mercados de trabajo y la escasa protección social existentes en EE.UU. es la causa –según tales economistas liberales- de que el desempleo en EE.UU. sea menor que el existente en el promedio de los países de la UE-15. El problema que tal explicación tiene es que los datos no lo confirman. Ello no es obstáculo, sin embargo, para que tal interpretación de las causas del desempleo en la UE-15, incluyendo España, haya adquirido la categoría de dogma en los círculos económicos y financieros europeos (incluyendo los españoles). Y como todos los dogmas, se reproduce a base de fe, en lugar de evidencia empírica. Veamos los datos. El primer dato, de carácter aclaratorio, es que el Estado de EE.UU. no es un estado liberal. Hablar de “modelo liberal” cuando se habla del gobierno federal de EE.UU. es mostrar un profundo desconocimiento de tal estado. El estado federal estadounidense es profundamente intervencionista en las áreas económicas, teniendo un comportamiento típicamente keynesiano. Y ello ha sido así desde tiempos del Presidente Roosevelt, cuando éste estableció el New Deal como manera de resolver la Primera Gran Depresión Mundial a principios del siglo XX. El New Deal fue la intervención federal que se basó en un gran crecimiento del gasto público como manera de aumentar la demanda de productos y servicios por parte de la población –y muy en particular de las clases populares- a fin de estimular el crecimiento económico (el gasto público en el New Deal alcanzó un 56% del PIB). Tal estímulo fue facilitado por el establecimiento del Banco Central Estadounidense (el Federal Reserve Board) que siempre tuvo como objetivo el estimular el crecimiento económico y la creación de empleo a partir de garantizar intereses bancarios bajos, fácilmente accesibles a las empresas y a las personas. Es más, el aumento del gasto público se hizo, en parte, a base de aumentar el déficit del presupuesto del estado, permitiendo un incremento de la deuda del estado. Y el New Deal inició otra práctica keynesiana, la intervención de apoyo a las empresas incluyendo medidas altamente proteccionistas.Estos componentes keynesianos han estado presentes en todas las políticas públicas de todos los gobiernos federales tanto republicanos como demócratas. Franklin Roosevelt y Harry Truman aumentaron el gasto público permitiendo un elevado déficit del estado federal, con el consiguiente crecimiento de la deuda pública. Más tarde, el Presidente Eisenhower combatió la recesión a base de establecer el Programa Federal de Carreteras, el Federal Aid Highway Act, que construyó la red de carreteras federales existentes en EE.UU., red que se construyó, en parte, a base de aumentar el déficit público hasta un 6% del PIB.Un tanto semejante ocurrió con el Presidente Nixon, que explícitamente se definió como keynesiano. E incluso el mal llamado padre de la revolución liberal, el Presidente Reagan, aumentó el gasto público significativamente (primordialmente en la industria militar), aumentando los impuestos (no sólo una, sino dos veces), siendo el Presidente que los aumentó más en tiempos de paz en los últimos cincuenta años. Disminuyó los impuestos del diez por ciento de renta superior del país, pero los aumentó para la mayoría de la población. Y financió el aumento del gasto público también a través del incremento del déficit público que alcanzó un 6% del PIB. Tal como indicó su Ministro de Defensa, el gobierno federal tenía la política industrial más avanzada del mundo capitalista, lo cual realizaba a través del gasto público militar. Un tanto semejante ocurrió con los presidentes republicanos Bush padre y Bush hijo, cuando el déficit federal alcanzó (en ambas administraciones) niveles superiores al 6% del PIB. Durante todos estos años las ayudas públicas a las empresas y al mantenimiento de la infraestructura del país alcanzaron un 7,1% del PIB, el porcentaje mayor en la OECD. Y hoy estamos viendo como el Presidente electo Obama está proponiendo (resultado de una enorme presión popular) como medida de resolver la enorme recesión un enorme incremento del gasto público federal (de hasta 800.000 millones de dólares), gasto que tendrá lugar no en las áreas militares, sino en infraestructuras de transporte y en servicios públicos como sanidad y escuelas públicas, así como en empresas de carácter ecológico, financiándose tal aumento con impuestos sobre los sectores más pudientes de la sociedad y con un incremento del déficit del estado que alcanzará más de un 7% del PIB. Por lo general, el keynesianismo estadounidense ha sido más militar que social. Es decir, el gasto público social se ha invertido en las industrias militares, pero el sentir popular antimilitar está forzando un cambio de las inversiones hacia las empresas sociales y ecológicas.Es este aumento del gasto público en inversiones en tiempos de recesión, permitiendo un elevado déficit, lo que ha permitido a EE.UU. tener un desempleo relativamente bajo a lo largo de su historia en el siglo XX. Ahora bien, estas políticas keynesianas contrastan con las políticas liberales de la Unión Europea que a través del Pacto de Estabilidad limita el gasto público, no permitiendo un déficit del Estado por encima del 3% del PIB, y que (junto con la política de disminuir los impuestos) ha forzado una reducción del gasto público. Esta reducción de gasto y la política del Banco Central Europeo de mantener unos intereses bancarios altos, son la causa del bajo crecimiento económico y alto desempleo en la UE-15. Esta es la razón de que la UE tenga un desempleo mayor que EE.UU. Y la mejor prueba de ello es que los países miembros de la UE-15, que durante el periodo 1950-1980 habían tenido un desempleo menor que EE.UU., pasaron a tener un desempleo mayor a partir del establecimiento del Pacto de Estabilidad y de la creación del Banco Central Europeo. El hecho de que EE.UU. no haya seguido las políticas liberales de la UE (a EE.UU. no se le hubiera permitido entrar en la UE) es la causa de que su desempleo sea menor.El mantenimiento del liberalismo en la estructura institucional de la UE es la causa de que el desempleo aumentará mucho más en la UE durante la crisis actual que en EE.UU. Conociendo la fortaleza del dogma liberal de la UE en los medios económicos y financieros europeos (y españoles), puedo predecir que el Consejo de la UE, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo continuarán diciendo que hay que desregular el mercado de trabajo y reducir la protección social para disminuir el desempleo, intervenciones que empeorarán en lugar de mejorar la situación actual. Lo que se requiere es un cambio muy sustancial de las prácticas liberales institucionalizadas en la Comisión Europea y en el Banco Central Europeo, para recuperar las prácticas que abandonaron cuando se estableció la Unión Europea.
Vicenç Navarro
Si usted lee las revistas económicas o las páginas económicas de la prensa diaria de los países de la Unión Europea (UE.), incluyendo las de España, verá gran número de artículos de economistas liberales que atribuyen el elevado desempleo en la mayoría de países de la UE a una supuesta “rigidez” de los mercados laborales europeos y a lo que consideran ser una “excesiva” generosidad de la protección social en aquellos países. Lo que hay que hacer para disminuir tan elevado desempleo es, según tales autores, seguir el “modelo liberal” de EE.UU., es decir, desregular los mercados de trabajo (disminuyendo los costes del despido del trabajador, entre otras medidas desreguladoras) y reducir la protección social, tal como hace EE.UU., donde el gasto público social (18% del PIB) es mucho más bajo que el promedio de los países de la Unión Europea de los Quince (28%). La desregulación de los mercados de trabajo y la escasa protección social existentes en EE.UU. es la causa –según tales economistas liberales- de que el desempleo en EE.UU. sea menor que el existente en el promedio de los países de la UE-15. El problema que tal explicación tiene es que los datos no lo confirman. Ello no es obstáculo, sin embargo, para que tal interpretación de las causas del desempleo en la UE-15, incluyendo España, haya adquirido la categoría de dogma en los círculos económicos y financieros europeos (incluyendo los españoles). Y como todos los dogmas, se reproduce a base de fe, en lugar de evidencia empírica. Veamos los datos. El primer dato, de carácter aclaratorio, es que el Estado de EE.UU. no es un estado liberal. Hablar de “modelo liberal” cuando se habla del gobierno federal de EE.UU. es mostrar un profundo desconocimiento de tal estado. El estado federal estadounidense es profundamente intervencionista en las áreas económicas, teniendo un comportamiento típicamente keynesiano. Y ello ha sido así desde tiempos del Presidente Roosevelt, cuando éste estableció el New Deal como manera de resolver la Primera Gran Depresión Mundial a principios del siglo XX. El New Deal fue la intervención federal que se basó en un gran crecimiento del gasto público como manera de aumentar la demanda de productos y servicios por parte de la población –y muy en particular de las clases populares- a fin de estimular el crecimiento económico (el gasto público en el New Deal alcanzó un 56% del PIB). Tal estímulo fue facilitado por el establecimiento del Banco Central Estadounidense (el Federal Reserve Board) que siempre tuvo como objetivo el estimular el crecimiento económico y la creación de empleo a partir de garantizar intereses bancarios bajos, fácilmente accesibles a las empresas y a las personas. Es más, el aumento del gasto público se hizo, en parte, a base de aumentar el déficit del presupuesto del estado, permitiendo un incremento de la deuda del estado. Y el New Deal inició otra práctica keynesiana, la intervención de apoyo a las empresas incluyendo medidas altamente proteccionistas.Estos componentes keynesianos han estado presentes en todas las políticas públicas de todos los gobiernos federales tanto republicanos como demócratas. Franklin Roosevelt y Harry Truman aumentaron el gasto público permitiendo un elevado déficit del estado federal, con el consiguiente crecimiento de la deuda pública. Más tarde, el Presidente Eisenhower combatió la recesión a base de establecer el Programa Federal de Carreteras, el Federal Aid Highway Act, que construyó la red de carreteras federales existentes en EE.UU., red que se construyó, en parte, a base de aumentar el déficit público hasta un 6% del PIB.Un tanto semejante ocurrió con el Presidente Nixon, que explícitamente se definió como keynesiano. E incluso el mal llamado padre de la revolución liberal, el Presidente Reagan, aumentó el gasto público significativamente (primordialmente en la industria militar), aumentando los impuestos (no sólo una, sino dos veces), siendo el Presidente que los aumentó más en tiempos de paz en los últimos cincuenta años. Disminuyó los impuestos del diez por ciento de renta superior del país, pero los aumentó para la mayoría de la población. Y financió el aumento del gasto público también a través del incremento del déficit público que alcanzó un 6% del PIB. Tal como indicó su Ministro de Defensa, el gobierno federal tenía la política industrial más avanzada del mundo capitalista, lo cual realizaba a través del gasto público militar. Un tanto semejante ocurrió con los presidentes republicanos Bush padre y Bush hijo, cuando el déficit federal alcanzó (en ambas administraciones) niveles superiores al 6% del PIB. Durante todos estos años las ayudas públicas a las empresas y al mantenimiento de la infraestructura del país alcanzaron un 7,1% del PIB, el porcentaje mayor en la OECD. Y hoy estamos viendo como el Presidente electo Obama está proponiendo (resultado de una enorme presión popular) como medida de resolver la enorme recesión un enorme incremento del gasto público federal (de hasta 800.000 millones de dólares), gasto que tendrá lugar no en las áreas militares, sino en infraestructuras de transporte y en servicios públicos como sanidad y escuelas públicas, así como en empresas de carácter ecológico, financiándose tal aumento con impuestos sobre los sectores más pudientes de la sociedad y con un incremento del déficit del estado que alcanzará más de un 7% del PIB. Por lo general, el keynesianismo estadounidense ha sido más militar que social. Es decir, el gasto público social se ha invertido en las industrias militares, pero el sentir popular antimilitar está forzando un cambio de las inversiones hacia las empresas sociales y ecológicas.Es este aumento del gasto público en inversiones en tiempos de recesión, permitiendo un elevado déficit, lo que ha permitido a EE.UU. tener un desempleo relativamente bajo a lo largo de su historia en el siglo XX. Ahora bien, estas políticas keynesianas contrastan con las políticas liberales de la Unión Europea que a través del Pacto de Estabilidad limita el gasto público, no permitiendo un déficit del Estado por encima del 3% del PIB, y que (junto con la política de disminuir los impuestos) ha forzado una reducción del gasto público. Esta reducción de gasto y la política del Banco Central Europeo de mantener unos intereses bancarios altos, son la causa del bajo crecimiento económico y alto desempleo en la UE-15. Esta es la razón de que la UE tenga un desempleo mayor que EE.UU. Y la mejor prueba de ello es que los países miembros de la UE-15, que durante el periodo 1950-1980 habían tenido un desempleo menor que EE.UU., pasaron a tener un desempleo mayor a partir del establecimiento del Pacto de Estabilidad y de la creación del Banco Central Europeo. El hecho de que EE.UU. no haya seguido las políticas liberales de la UE (a EE.UU. no se le hubiera permitido entrar en la UE) es la causa de que su desempleo sea menor.El mantenimiento del liberalismo en la estructura institucional de la UE es la causa de que el desempleo aumentará mucho más en la UE durante la crisis actual que en EE.UU. Conociendo la fortaleza del dogma liberal de la UE en los medios económicos y financieros europeos (y españoles), puedo predecir que el Consejo de la UE, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo continuarán diciendo que hay que desregular el mercado de trabajo y reducir la protección social para disminuir el desempleo, intervenciones que empeorarán en lugar de mejorar la situación actual. Lo que se requiere es un cambio muy sustancial de las prácticas liberales institucionalizadas en la Comisión Europea y en el Banco Central Europeo, para recuperar las prácticas que abandonaron cuando se estableció la Unión Europea.
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